Debe de ser... amor (2013)

“Debe de ser… amor” no es una obra maestra cinematográfica que dejará un impacto duradero en la historia del cine filipino, ni tampoco es una película que revolucionará la forma en que vemos las historias de amor. Sin embargo, si buscas una comedia romántica ligera, entretenida y con la que puedes desconectar, esta película de Kathryn Bernardo y Daniel Padilla ofrece una dosis saludable de nostalgia adolescente y reflexiones sobre las complejidades del primer amor, aunque con un toque de simplismo. La dirección de Antoinette Jadaone, en su debut como directora, es notablemente competente, logrando mantener un ritmo ágil y una atmósfera juvenil que se adhiere bien a la temática de la película. Jadaone ha sabido capturar la esencia de la adolescencia, con sus dudas, sus inseguridades y sus aspiraciones, aunque el enfoque en la comedia a veces sacrifica la profundidad emocional que podría haber enriquecido la narrativa.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Kathryn Bernardo y Daniel Padilla, como siempre, tienen una química innegable, creando un dúo cómico que funciona de manera natural. Sus diálogos son rápidos, divertidos y, en ocasiones, sorprendentemente sinceros. La interpretación de John Estrada, un actor consagrado, aporta una sensación de familiaridad y sabiduría a la historia, actuando como un mentor sabio que observa las complicaciones amorosas de los jóvenes protagonistas. La presencia de Liza Soberano, aunque con un papel más limitado que uno esperaría, es destacada y añade una dinámica interesante al grupo de amigos. Es importante señalar que el desarrollo del personaje de Liza podría haber sido más explorado, pero su impacto en la trama es relevante.

El guion, en general, es sólido, pero a veces recae en clichés típicos del género romántico. La trama central, aunque familiar, presenta momentos genuinamente conmovedores, especialmente cuando se exploran las dinámicas entre los amigos y las dudas existenciales que experimentan los adolescentes. Sin embargo, algunos diálogos resultan un poco forzados y la resolución del conflicto central se siente un tanto predecible. A pesar de esto, la película logra plantear preguntas interesantes sobre la amistad, la identidad y la definición del amor, invitando a la reflexión sobre si realmente “debe de ser… amor” lo que nos dicen los medios o si se trata de algo más complejo y personal. El uso del flashback para narrar partes de la historia añade una capa de nostalgia y sugiere que el amor verdadero puede residir en los recuerdos y las experiencias compartidas.

En definitiva, “Debe de ser… amor” es una película agradable y entretenida que cumplirá su cometido de ofrecer un escape ligero y divertido. No es una obra que obligue a la reflexión profunda, pero sí proporciona un vistazo a las emociones y las relaciones de la adolescencia. Es un trabajo digno de reconocimiento para Antoinette Jadaone, y una confirmación del talento de Kathryn Bernardo y Daniel Padilla, aunque el guion podría haber sido más audaz y original.

Nota: 6/10