Deep Blue (2003)

“Deep Blue” no es una película que te dejará con la mente hecha trizas por la revelación de una nueva teoría científica, pero sí te ofrece un viaje visualmente impresionante y, sobre todo, profundamente contemplativo a las profundidades del océano. La película, dirigida por el experimentado James Krennic, no busca la espectacularidad del blockbuster, sino la belleza melancólica y la inquietante calma de un ambiente hostil y, a la vez, extraordinariamente bello.

El guion, adaptado de un libro de no ficción de la bióloga marina Dr. Anya Sharma, se centra en la búsqueda de una nueva forma de vida en las profundidades abisales del Atlántico. La historia sigue a un equipo de exploradores liderado por la Dra. Sharma (interpretada con una sutileza admirable por Lena Dunham), quien, impulsada por una hipótesis audaz sobre el origen de la vida marina, se embarca en una misión de cinco años para investigar una anomalía bioluminiscente que ha detectado a miles de metros de profundidad. El ritmo es deliberadamente lento, dando tiempo al espectador a absorber la atmósfera claustrofóbica y el aislamiento que experimenta el equipo. No hay giros argumentales sorprendentes ni momentos de acción trepidante; la tensión se construye gradualmente a través del ambiente, la incertidumbre y la lenta desvelación de información. Algunas partes del guion, centradas en los debates científicos y las discusiones teóricas, pueden resultar densas para el espectador menos familiarizado con la biología marina, pero son cruciales para entender el planteamiento de la película.

La dirección de Krennic es magistral en la creación de una sensación de claustrofobia y opresión. El uso de la luz, o la falta de ella, es fundamental. Las escenas submarinas están filmadas con una paleta de colores apagados, predominantemente azules y negros, que evocan la inmensidad y el vacío del abismo. La fotografía de Rodrigo Prieto es excepcional, logrando capturar la belleza surrealista de las criaturas del fondo marino y la fragilidad del equipo. Las actuaciones, en general, son sólidas, pero Dunham destaca con una interpretación que va más allá de la mera representación del personaje. Demuestra una vulnerabilidad y una determinación interior que son profundamente conmovedoras. El resto del elenco, incluyendo a Mark Strong como el jefe de proyecto, ofrece un apoyo convincente.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. El final, aunque visualmente impactante, carece de la resolución que el espectador espera. Algunos diálogos, especialmente aquellos relacionados con la extrapolación de teorías científicas, se sienten un poco forzados. A pesar de ello, "Deep Blue" es una película que invita a la reflexión sobre la fragilidad de la vida, la inmensidad del océano y la búsqueda incansable del conocimiento. Es una película de contemplación, un recordatorio de que aún hay mucho por descubrir en nuestro propio planeta. Es una experiencia cinematográfica que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 7/10