Déjà Vu (2006)

“Déjà Vu” es una película de ciencia ficción que, a primera vista, se presenta como un thriller de acción pulcro y visualmente atractivo. Sin embargo, bajo la superficie, se revela una experiencia cinematográfica más compleja, marcada por ambiciones narrativas que no siempre logran aterrizar con pleno éxito. La dirección de Paul Verhoeven, conocido por su estilo autoritario, se manifiesta con una meticulosa atención al detalle en la recreación de Nueva Orleans, transformando la ciudad en un personaje más en la historia. Verhoeven consigue crear una atmósfera densa, plagada de suspense y melancolía, lo que contribuye considerablemente a mantener al espectador enganchado, a pesar de las ciertas contradicciones lógicas que a veces afloran.

La historia se centra en Doug Carlin (Bruce Willis), un agente del FBI especializado en "déjà vu", un fenómeno que le permite revivir fragmentos del pasado. La premisa, la posibilidad de manipular el tiempo para prevenir un crimen terrible, es inherentemente fascinante y se explora de manera efectiva, ofreciendo momentos de genuina tensión y dilemas morales. Willis, a pesar de su innegable carisma, entrega una actuación contenida, pero convincente. Su Doug Carlin es un hombre atormentado por el recuerdo de su esposa, un recuerdo que sirve de motor para su misión y, a su vez, para la desesperación que lo consume. Aunque la interpretación de Willis es sólida, la película le impide brillar con la intensidad que podría haberle aportado.

El guion, aunque inicialmente prometedor, resulta ser su mayor debilidad. La película está repleta de giros argumentales que, si bien buscan sorprender, terminan por generar incoherencias y puntos de vista poco creíbles. La construcción del mundo de la "déjà vu" es vaga, carente de un desarrollo teórico que le diera solidez al concepto. El ritmo es desigual; hay tramos de tensión sostenida interrumpidos por escenas de acción que, aunque bien ejecutadas, se sienten despojadas de profundidad. El desarrollo de los personajes secundarios, especialmente la pareja de Carlin, resulta superficial, relegados a roles meramente funcionales.

Sin embargo, la película no está exenta de virtudes. La banda sonora, con predominio de blues y soul, crea un ambiente melancólico y evocador, complementando perfectamente la atmósfera de la narrativa. La fotografía, con un uso magistral del color y la iluminación, contribuye a la creación de imágenes memorables. El diseño de producción es impecable, sumergiendo al espectador en la vibrante y caótica realidad de Nueva Orleans. “Déjà Vu” no es una obra maestra, pero sí una película que, a pesar de sus defectos, ofrece un entretenimiento sólido y visualmente atractivo, con una premisa que invitaría a profundizar en sus implicaciones filosóficas y éticas. Es una historia que, en última instancia, plantea preguntas más importantes que las que responde.

Nota: 6.5/10