Déjame salir (2017)

“Déjame salir” (Let Me Out) es una película que, a primera vista, se presenta como una comedia de enredos con elementos de thriller. Sin embargo, bajo esa aparente sencillez, se esconde una exploración inquietante de la raza, la clase social y el prejuicio, planteando preguntas incómodas y dejando al espectador con un sabor agridulce de incertidumbre. La película, dirigida por Bobby Miller, no intenta ser grandilocuente ni buscar soluciones fáciles, sino que se centra en la tensión gradual y en la percepción subjetiva de los personajes.

La trama, en esencia, sigue a Chris, un joven afroamericano, mientras pasa un fin de semana en la mansión de los futuros suegros de su novia Rose. Inicialmente, se percibe una frialdad distante por parte de Missy y Dean, sus padres, que Chris atribuye a su nerviosismo por la relación interracial. A medida que la película avanza, los gestos de complacencia se intensifican, creando una atmósfera de extraña incomodidad. Miller construye magistralmente esta sensación, utilizando la lente para revelar sutiles detalles que erosionan la confianza del protagonista. La dirección es precisa, privilegiando planos cerrados y primeros planos para intensificar el contacto visual y la sensación de claustrofobia, incluso en entornos amplios.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Caleb McLaughlin como Chris transmite con convicción la creciente paranoia y desconfianza del protagonista. No se reduce a un estereotipo, sino que muestra un personaje complejo, susceptible a la manipulación y a la duda. La interpretación de Missy (Cara Mia Tomlinson) es especialmente notable. Evita caer en la caricatura del prejuicio, optando por una actuación más matizada que sugiere una hipocresía profunda y una incapacidad para reconocer sus propios errores. La dinámica entre ambos, a lo largo de la película, es el núcleo emocional de la historia y se desarrolla de forma convincente.

El guion, aunque a veces algo lento, se beneficia de una trama ingeniosa que juega con la percepción del espectador. La película no te entrega respuestas fáciles ni ofrece un final definitivo. En lugar de eso, se propone como un espejo que refleja las complejidades de las relaciones interpersonales y la dificultad de desenmascarar la verdad. La exploración de la clase social y el privilegio, aunque presente, no es el foco principal. Lo importante es la representación de la raza y la interrogante sobre si la aparente "amabilidad" esconde algo más siniestro. El final abierto, si bien frustrante para algunos, es la mejor decisión narrativa, ya que permite al espectador reflexionar sobre la película durante mucho tiempo después de que termina. “Déjame salir” no es una película para todos, pero para aquellos que disfrutan de thrillers psicológicos con una capa de comentario social, es una experiencia recomendable y provocadora.

Nota: 7/10