“Delete My Love” es una película que se instala en la mente como una melodía inquietante, un susurro constante sobre la fragilidad de la conexión humana y la oscuridad que acecha bajo la superficie de la normalidad. Wong Cho-lam, interpretado con una vulnerabilidad desgarradora, encarna a un hombre que parece vivir en un estado perpetuo de desasosiego, un hombre que ha perdido el sentido de sí mismo y la capacidad de conectar con el mundo. Su vida, ya marcada por la insatisfacción, toma un giro radical cuando un mensaje enigmático, una pregunta punzante sobre el deseo de "borrar" a los que no se aprecia, lo empuja a una espiral de paranoia y obsesión.
La dirección de Rungroopothong Chanyaemongkol es la clave para el éxito de esta propuesta. El ritmo pausado, casi deliberadamente lento, permite una inmersión profunda en el universo psicológico del protagonista. No se apresura a dar explicaciones, dejando que el espectador se pierda en la confusión y la incertidumbre que lo rodean. Hay una belleza perturbadora en la forma en que se construyen las escenas, en la atención al detalle y en el uso de la luz y la sombra para crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica. El film no busca el impacto visual directo; su fuerza reside en la sugerencia, en lo que no se dice explícitamente, lo que alimenta la interpretación del público.
Las actuaciones son impecables. Wong Cho-lam, conocido por su trabajo en la comedia, demuestra una notable transformación, transmitiendo la desesperación y la angustia con una sutileza y una autenticidad que te atrapan. La química entre Wong Cho-lam y Ivana Wong, como su antigua amante, es palpable, y su relación, llena de tensión y anhelo, se convierte en uno de los pilares de la historia. Michael Hui, en un papel relativamente breve, aporta una inesperada dosis de humor negro que contrasta a la perfección con la atmósfera sombría del resto de la película. Es una actuación que, en su brevedad, deja una huella imborrable.
El guion, coescrito por el director y el propio Cho-lam, es inteligente y provocador. No se limita a ofrecer una trama llena de giros, sino que explora las motivaciones del protagonista, la naturaleza del deseo y los límites de la moralidad. El uso de la comedia negra no es gratuita; sirve para subrayar la absurdidad de las situaciones y para mantener al espectador en un estado de incertidumbre constante. La película, en esencia, es una meditación sobre la soledad, la incomunicación y la búsqueda de sentido en un mundo cada vez más complejo e impersonal. La pregunta que plantea la película, “¿Alguna vez has pensado en borrar a aquellos que no aprecias?”, permanece en la mente mucho después de que los créditos finales se hayan desenrollado.
Nota: 7.5/10