Delicatessen (1991)

“Delicatessen” (1991) de Jean-Pierre Jeunet es mucho más que una simple comedia negra; es una experiencia cinematográfica visceral, inquietante y profundamente original que desafía las convenciones del género. La película no se limita a presentar una premisa macabra – un carnicero en un pueblo post-apocalíptico que vende carne humana – sino que la explora con una sensibilidad sorprendente, tejiendo una atmósfera de pesadilla onírica con toques de humor negro que apenas se asoman pero siempre están latentes.

La dirección de Jeunet es absolutamente impecable. Su dominio del color es asombroso, utilizando una paleta cromática rica y contrastante – predominando los verdes, ocres y rojos sangre – que intensifica la sensación de decadencia y desolación, pero también crea una belleza visual peculiar y memorable. Cada plano está cuidadosamente compuesto, cada movimiento es deliberado. La banda sonora, compuesta por Bruno Coulin, es igualmente fundamental, con melodías inquietantes y evocadoras que se funden a la perfección con la imagen, contribuyendo a la atmósfera de inquietante encanto.

Las actuaciones son sobresalientes. Jacques Perrin, como Clapet, ofrece una interpretación magistral: su personaje es a la vez aterrador y profundamente humano, un hombre atormentado por su pasado y la dura necesidad de sobrevivir. La delicada y conmovedora interpretación de Agnés Heyerfeld como Josette, la hija de Clapet, es el corazón de la película. Su amor por el joven “cliente” es real y conmovedor, creando un contraste inquietante con la naturaleza de su padre y la brutal realidad que les rodea. El resto del elenco, incluyendo a los personajes secundarios, aportan una autenticidad que enriquece la trama y a la vez refuerza la sensación de comunidad en este microcosmos distópico.

El guion, adaptado de la novela de Georges Perec, es lo que realmente eleva a “Delicatessen” a un nivel superior. No es simplemente una historia de carnicero y amor; es una alegoría sobre la supervivencia, la pérdida, la memoria y la búsqueda de significado en un mundo desolado. La película está llena de simbolismo y referencias culturales, y sus múltiples capas de interpretación mantienen al espectador inmerso en la historia. A pesar de su premisa macabra, la película se centra en temas universales de amor, familia y la lucha por la humanidad en situaciones extremas. El ritmo es deliberado, permitiendo al espectador absorber lentamente la atmósfera y la historia, y evitando caer en el melodrama. Es una película que exige atención, pero recompensa al espectador con una experiencia cinematográfica única y duradera. Es una obra maestra del cine negro surrealista, un hito que sigue siendo relevante y cautivador.

Nota: 8.5/10