Delitos y faltas (1989)

“Delitos y faltas” es, sin duda, una de las películas más inquietantes y desconcertantes que he visto en el cine en años. Dirigida con maestría por Alan Rudolph, esta joya cinematográfica, a menudo pasada por alto, nos sumerge en un mundo de moralidad ambigua, secretos y una atmósfera de profunda incomodidad. La película no ofrece respuestas fáciles; más bien, plantea preguntas perturbadoras sobre el amor, la lealtad, la redención y las consecuencias de nuestras acciones.

La dirección de Rudolph es, sencillamente, magistral. El uso de la luz y la sombra, la fotografía en tonos sepia, la puesta en escena deliberadamente desaliñada y el ritmo pausado crean una sensación de opresión que acompaña al espectador a lo largo de toda la película. No se busca el espectáculo, sino la intimidad, la disección psicológica de sus personajes y la creación de un ambiente claustrofóbico que refleja la creciente paranoia de Clifford Stern. La película transita con soltura entre la comedia negra y el thriller, logrando un equilibrio perfecto que la hace a la vez divertida y terriblemente sombría.

Las actuaciones son, en general, excepcionales. John Cusack, como Clifford Stern, ofrece una interpretación sutil pero contundente. Su personaje, un hombre de mediana edad frustrado y desilusionado, se transforma en un individuo desesperado por mantener su vida en orden. John Turturro, como el cuñado Lester, es absolutamente deslumbrante. Captura a la perfección la personalidad de un hombre superficial, arrogante y, al mismo tiempo, profundamente inestable. La química entre Cusack y Turturro es palpable, creando una dinámica tensa y magnética que es el corazón de la película. El resto del reparto, incluyendo a Barbara Hershey como la amante de Clifford, también realiza un trabajo excelente, contribuyendo a la riqueza y complejidad de la historia.

El guion, coescrito por Rudolph y James Foley, es donde la película realmente brilla. No se limita a narrar una trama convencional. En cambio, explora temas como la familia, la clase social, el deseo y la decepción con una honestidad brutal. El guion es inteligente, provocador y lleno de matices. La trama se desarrolla con una lentitud deliberada, construyendo la tensión y el suspense gradualmente, culminando en un final que, aunque no es necesariamente feliz, es profundamente satisfactorio. Las subnarrativas, que involucran a los personajes secundarios, son tan bien integradas que enriquecen significativamente la experiencia cinematográfica.

“Delitos y faltas” no es una película fácil de ver, pero es una película que te hará pensar. Es un retrato realista y despiadado de la condición humana, con personajes imperfectos y decisiones moralmente cuestionables. Una joya para los amantes del cine que buscan algo diferente, una película que se queda grabada en la mente mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8.5/10