Demasiado profundo (1998)

“Demasiado profundo” (Too Deep) es una película que se proponga sumergirnos en la paranoia y la desesperación, y en gran medida lo logra, aunque a un ritmo que puede resultar, a veces, exasperante. La dirección de Rodrigo Cortés es deliberadamente austera, privilegiando la atmósfera y el suspense sobre la acción directa, lo que favorece la sensación de opresión que impregna toda la historia. La película se nutre de imágenes que, en su mayoría, son contemplativas, casi pictóricas, y que transmiten la soledad y el aislamiento de Clay Bidwell, interpretado con una intensidad palpable por Bradley Cooper. Su actuación es el corazón de la película, mostrando un hombre consumido por el miedo, la culpa y la necesidad de sobrevivir a un laberinto de acusaciones. Cooper no recurre a la histrionia, sino que se limita a mostrar la lenta desintegración de la mente de Clay, lo que resulta especialmente efectivo.

Sin embargo, la película se estanca en un punto determinado. El guion, adaptado de la novela homónima de Denis Johnson, se aferra a la idea del hombre perseguido por sus propios errores, pero carece de la agilidad y el dinamismo necesarios para mantener el interés del espectador durante más de dos horas. Los diálogos, a pesar de ser contundentes en su contenido, a veces parecen artificiosos y poco naturales, rompiendo la inmersión en la historia. La trama, inicialmente intrigante, se ve afectada por la lentitud del desarrollo y la falta de giros inesperados. La introducción de personajes secundarios, como la intrigante y enigmática Jane, interpretada por Mary Elizabeth Winstead, funciona más como elementos decorativos que como impulsores de la narrativa. Su relación con Clay, aunque prometedora, se desarrolla de forma frustrantemente superficial.

El uso del tiempo, que juega un papel fundamental en la película, resulta a veces excesivo. Las largas escenas de contemplación, aunque sirven para expresar la angustia de Clay, pueden generar cierta incomodidad en el espectador. La película se centra en la percepción subjetiva de la realidad, presentando una versión distorsionada de los eventos, lo que puede resultar confuso y desorientador. El final, deliberadamente ambiguo, deja muchas preguntas sin respuesta, lo cual es una elección estética válida, pero que puede resultar decepcionante para aquellos que buscan un cierre más definido. Aunque la banda sonora es evocadora y contribuye a la atmósfera de desasosiego, no logra compensar la falta de pulido en algunos aspectos del guion.

En definitiva, "Demasiado profundo" es una película que invita a la reflexión, con actuaciones sólidas y una atmósfera opresiva. Sin embargo, su ritmo lento y la falta de dinamismo en algunos momentos la convierten en una experiencia cinematográfica menos impactante de lo que podría haber sido. No es una película que enamore desde el primer momento, pero sí que deja una huella en la memoria del espectador, invitándole a cuestionar la naturaleza de la verdad y la fragilidad de la identidad.

Nota: 6/10