Demon (2015)

“Demon” es una película que se aferra a un terror psicológico lento y perturbador, una propuesta que, en lugar de buscar sustos fáciles y gore, se enfoca en la corrosión del matrimonio y el peso del pasado. La dirección de Travis Stewart es notable, estableciendo una atmósfera de tensión constante desde los primeros minutos. Stewart utiliza la luz y la sombra con maestría, creando imágenes visualmente impactantes que reflejan el estado mental deteriorado de los protagonistas. La película se siente densa, como un aire espeso que te abruma con cada escena, y esta atmósfera opresiva es, en mi opinión, el principal logro de la película.

Las actuaciones son sólidas y convincentes. El dúo principal, Anya Taylor-Joy y Kelvin Harrison Jr., logran transmitir la creciente incomodidad y desconfianza que experimentan sus personajes, Jay y Janet. Harrison Jr. en particular, ofrece una interpretación sutil pero profundamente inquietante de un hombre atrapado en un ciclo de dolor. Su evolución a lo largo de la película, de un marido aparentemente normal a un individuo consumido por la paranoia y el miedo, es magistral. Taylor-Joy, por su parte, maneja la fragilidad y la creciente desesperación de su personaje con una delicadeza y vulnerabilidad que te hacen empatizar con ella. No se limita a una simple víctima; la vemos resistir y luchar, aunque sea en vano, contra la amenaza invisible.

El guion, escrito por Stewart y Daniel Bob, no se basa en clichés del género. Evita la sobresaturación de jumpscares y se centra en la creación de un suspense palpable. La historia avanza a un ritmo deliberado, construyendo la tensión a través de pequeños detalles, diálogos cargados de significado oculto y la sensación constante de que algo terrible está a punto de suceder. La película explora temas como la culpa, el luto, el trauma y la naturaleza destructiva de las relaciones tóxicas, utilizando el mito del demonio no como una entidad sobrenatural, sino como una metáfora de los fantasmas que nos persiguen. La ambigüedad es un elemento central: nunca se confirma la existencia del demonio, dejando al espectador reflexionando sobre si lo que ven y experimentan es real o producto de la mente de los protagonistas. Esta estrategia, aunque puede frustrar a algunos, añade una capa de profundidad a la trama.

Sin embargo, la película no está exenta de fallos. El ritmo pausado puede resultar tedioso para algunos espectadores, y la falta de un desarrollo más explícito de la historia de fondo podría haber enriquecido la trama. Además, el final, aunque evocador, es algo ambiguo y podría interpretarse como una mera justificación del comportamiento de los personajes, en lugar de una conclusión satisfactoria para la historia. No obstante, estas pequeñas debilidades no empañan el impacto general de la película, que es inquietante, reflexiva y, en definitiva, memorable. "Demon" es un terror que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 7/10