A serious game (2016)

“A Serious Game” no es, precisamente, un melodrama fácil de digerir. Más bien, es una pieza cinematográfica precisa, meticulosa y, en ocasiones, profundamente desconcertante que te obliga a reflexionar sobre el amor, la responsabilidad y la inevitabilidad del destino. El director Lasse Hallström, conocido por su sensibilidad y su habilidad para retratar la vida cotidiana, ha logrado crear una atmósfera de melancolía y nostalgia que envuelve la película desde sus primeros minutos, utilizando la belleza visual de Suecia a principios del siglo XX como un telón de fondo igualmente evocador y sombrío.

La película se centra en la historia de Arvid Stjärnblom y Lydia Stille, dos jóvenes enamorados que comparten un ideal romántico idealista. Sin embargo, la realidad de su época –la pobreza, la falta de oportunidades y las presiones sociales– les impide alcanzar la felicidad que anhelan. El guion, adaptado de la novela de Harry Hesners, no se limita a narrar el desenlace de su amor; explora las consecuencias de sus decisiones y el impacto que tienen en sus vidas posteriores. La película evita los clichés del melodrama, presentando una visión realista y, a veces, brutalmente honesta de las limitaciones impuestas a las mujeres en esa época. La dirección de arte es impecable, recreando con fidelidad la atmósfera de la Suecia de principios del siglo XX, desde los opulentos salones de la burguesía hasta las humildes viviendas de la clase trabajadora.

Las actuaciones son extraordinarias. Pontus Aasgaard y Alicia Vikander, quienes también se conocieron en el rodaje, ofrecen interpretaciones sutiles y poderosas, transmitiendo la frustración, el arrepentimiento y la melancolía de sus personajes con una convicción palpable. Vikander, en particular, brilla con una intensidad contenida, logrando expresar un abismo de emociones a través de miradas y gestos. La química entre los dos actores es innegable, lo que convierte la reencuentro y el posterior desarrollo de la historia en un momento cargado de tensión y emoción.

Sin embargo, “A Serious Game” no es una película fácil. La trama se desarrolla lentamente, y la falta de momentos espectaculares puede decepcionar a algunos espectadores. La película no ofrece respuestas fáciles ni juicios morales definitivos, dejando al público con preguntas incómodas sobre la naturaleza del amor verdadero y las elecciones que hacemos en la vida. Es una película que te invita a reflexionar sobre el precio del compromiso y las consecuencias de las oportunidades perdidas. La decisión del director de no entregar un final convencional es, en mi opinión, una de las fortalezas de la película, generando una sensación de ambigüedad y de la constante lucha por encontrar un sentido a las propias vidas.

Nota: 7/10