Desayuno en Plutón (2005)

“Desayuno en Plutón” no es simplemente una comedia absurda; es una meditación onírica sobre la soledad, la identidad y la búsqueda de conexión en un mundo que a menudo nos exige conformarnos. Richard Linklater, director conocido por su meticulosa observación de la vida real, ofrece aquí una experiencia cinematográfica tan singular como desconcertante, pero profundamente recompensadora para el espectador dispuesto a entregarse a su particular lógica.

La película se centra en Patrick Braden, interpretado magistralmente por Justin Timberlake. Timberlake, más allá de su fama musical, demuestra una versatilidad actoral sorprendente. Su actuación es sutil, inteligente y cargada de matices, transmitiendo la complejidad de un hombre que ha construido una armadura para protegerse de un mundo que lo ha rechazado desde el principio. La película no busca simplificar su carácter, sino mostrarlo como un enigma, alguien que, a pesar de su apariencia desgarbada, alberga una vulnerabilidad que pocos pueden detectar.

La dirección de Linklater es excepcional. La película se desarrolla a lo largo de un largo periodo de tiempo, aproximadamente siete años, y el director maneja esta dilatación temporal con maestría. No se siente forzada ni artificial; más bien, permite que la paciencia del espectador se integre en la propia evolución de Patrick y en la atmósfera surrealista que impregna la narrativa. La fotografía de Fred Turner es particularmente notable. Utiliza una paleta de colores pastel y una iluminación suave, creando un ambiente onírico que refuerza la sensación de irrealidad que permea toda la película. Los espacios, tanto interiores como exteriores, son meticulosamente diseñados, añadiendo capas de simbolismo a la historia.

El guion, adaptado de la novela de Mark Twain, es una joya. Es inteligente, lleno de detalles aparentemente insignificantes que, en conjunto, forman una trama compleja y sorprendentemente conmovedora. Los diálogos son afilados y oportunos, y las situaciones absurdas, aunque cómicas, también sirven para explorar las profundidades del personaje de Patrick. La película no se conforma con la simple comedia; se atreve a abordar temas como la soledad, la pérdida, la búsqueda de un lugar en el mundo y la importancia de la conexión humana. La presencia de Woody Harrelson como el excéntrico Dr. Schwartz añade una dimensión cómica y un guiño a la historia de Mark Twain.

Si bien “Desayuno en Plutón” podría resultar difícil para algunos espectadores, es una película que requiere paciencia y una mente abierta. No es una comedia convencional, sino una experiencia cinematográfica única que invita a la reflexión y a la contemplación. La película, a pesar de su tono absurdo, es profundamente humana y, en última instancia, profundamente conmovedora. Es una celebración de la individualidad, la perseverancia y la esperanza.

Nota: 8/10