Desbocado (1987)

“Desbocado” (Deceived) es una experiencia cinematográfica perturbadora y profundamente inquietante, un ejercicio de horror visceral que se aferra a la mente del espectador mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. La película, dirigida con una meticulosa atención al detalle por Rodman A. Webb, no busca satisfacer la necesidad de un bodilero espectáculo; en cambio, se centra en la construcción gradual de una atmósfera de paranoia y horror psicológico, convirtiéndose en un estudio de la oscuridad que reside en el interior del ser humano. Webb logra esto no a través de la floritura, sino mediante una narrativa económica y desapasionada, que otorga más importancia a los pequeños detalles y las interacciones incómodas que, en conjunto, generan una sensación palpable de malestar.

La actuación de Jason Flemyng como Charles E. Reece es simplemente magistral. Reece no es un villano caricaturesco ni un monstruo convencional. Es un hombre ordinario, de aspecto banal, que se transforma en una máquina de exterminio con una frialdad que resulta aún más escalofriante. Flemyng, con una precisión casi documental, transmite la banalidad de Reece, la normalidad que precede a la violencia, lo que hace que sus actos sean aún más perturbadores. La dirección de Flemyng es sutil pero efectiva, permitiendo que el espectador observe la transformación de Reece con cautela, anticipando la oscuridad que se avecina. Su expresión facial, el ligero cambio en la mirada, la manera en que manipula los objetos, todo contribuye a la construcción del personaje.

El guion, coescrito por Webb y Scott Malkinson, es donde “Desbocado” realmente brilla. La narrativa se desarrolla con una lentitud deliberada, centrándose en la interacción de Reece con las dos víctimas, Emily y Sara. No se entregan explicaciones fáciles o justificaciones para las acciones de Reece. La película se resiste a caer en clichés del género de terror, en lugar de ello, se adentra en la exploración de la obsesión, la soledad y la alienación. La forma en que Reece relata sus actos, casi como si estuviera describiendo una receta, es perturbadora en su normalización del horror. El uso del lenguaje es clave; Reece no se justifica, simplemente describe, elevando la inquietud a un nivel superior. El desarrollo de la tensión es impecable, no a través de sustos repentinos, sino de la sugestión, el susurro de la amenaza inminente y la acumulación de detalles grotescos.

La cinematografía de Webb, con una paleta de colores apagados y la iluminación sombría, refuerza la atmósfera opresiva. La película no se basa en el estilo visual, pero sí en la creación de un espacio visual que transmite el aislamiento y la paranoia. Los planos cerrados y las tomas contrapicadas intensifican la sensación de claustrofobia y control, mientras que la banda sonora, compuesta por Mark Mangini, es inquietante y minimalista, agregando aún más a la atmósfera perturbadora. "Desbocado" es una película difícil de ver, sin duda, pero es una obra de arte del horror que trasciende las convenciones del género, ofreciendo una experiencia cinematográfica memorable, aunque incómoda.

Nota: 8/10