“Descansa en Paz” es una propuesta cinematográfica que se atreve a desenterrar inquietudes profundas sobre el luto, la culpa y la naturaleza del recuerdo, pero que, a pesar de su valentía conceptual, se queda a medio camino entre lo atmosférico y lo pretencioso. Dirigida por Joachim Trier, quien nos regaló obras maestras como "Jerusalén" y "El jinete sultán", la película no logra alcanzar la misma perfección, aunque conserva su sello distintivo: un retrato intimista y melancólico de la condición humana.
El film se centra en tres familias, cada una enfrentando la resurrección de un difunto. No son espectros vengativos ni demonios clásicos. En cambio, los muertos regresan con demandas silenciosas, inquietudes ancestrales que los vivos deben procesar. Trier nos presenta un Oslo abrumador por el calor, un espacio que refleja el torpor emocional de los personajes, y donde la presencia de los fallecidos se siente como una sombra persistente, una carga invisible que afecta las relaciones y los sueños. La película es, en esencia, una reflexión sobre el peso de la historia familiar y cómo el pasado, incluso tras la muerte, puede seguir influyendo en el presente.
La dirección de Trier es precisa y contemplativa. Utiliza la luz y la sombra, los espacios abiertos y los rincones cerrados para generar una atmósfera de incertidumbre y melancolía. Hay momentos genuinamente impactantes, especialmente en las escenas que exploran la conexión entre los vivos y los muertos, capturadas con una sensibilidad que recuerda a la fotografía de los hermanos Safdie. Sin embargo, el director a veces se deja llevar por una cierta languidez que, si bien contribuye al tono general, puede resultar algo pausada, incluso en ciertos puntos, ralentizando el ritmo narrativo. La banda sonora, aunque efectiva en algunos momentos, a veces se siente un tanto omnipresente, corriendo el riesgo de sobrecargar la experiencia visual.
Las actuaciones son, en general, sólidas. Stellan Skarsgård, como el difunto pastor, aporta una presencia imponente y un aura de misterio que atrae la atención. Eva Hederon y Kristoffer Jonzøn se destacan en sus papeles como las madres, retratando con matiz las complejidades de su dolor y sus frustraciones. El desarrollo de los personajes, aunque lento, permite al espectador conectar con sus conflictos internos y comprender sus motivaciones. No obstante, a veces la profundidad emocional se ve limitada por el enfoque en la atmósfera y la reflexión existencial, sacrificando un poco la trama lineal.
En definitiva, “Descansa en Paz” es una película que invita a la reflexión, pero que no siempre lo hace de manera fluida y satisfactoria. Tiene momentos brillantes, una dirección cuidada y actuaciones honestas, pero su ritmo lento y su enfoque excesivo en la introspección pueden resultar algo frustrantes. Es un retrato sutil y evocador del luto, pero que quizás se apresura demasiado en la resolución de sus dilemas. A pesar de sus defectos, vale la pena verla por su ambición conceptual y su capacidad para generar una atmósfera inquietante.
Nota: 6.5/10