Deseando amar (2000)

“Deseando amar” (Wish You Me Luck) no es un melodrama romántico convencional, ni tampoco una epopeya visual. Es, en cambio, una radiante y a menudo melancólica exploración de la soledad, el deseo y la fragilidad de las relaciones en la Hong Kong de los años 60, un crisol de culturas y sueños rotos. Dirigida por Patrick Tam y Chen Po-shan, la película nos transporta a una ciudad vibrante pero desoladora, donde la promesa de una vida mejor se desvanece en la rutina y la traición.

La dirección de Tam y Chen es exquisita. No se trata de una puesta en escena grandilocuente, sino de un trabajo minucioso en la fotografía y el detalle. La película respira la atmósfera de la época, con sus colores apagados y la luz que se filtra a través de los edificios. La dirección de montaje es precisa, creando un ritmo pausado que permite a la audiencia conectar con los personajes y sus dilemas. Se nota un control impecable en la composición de cada escena, buscando siempre la belleza en lo cotidiano.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Andy Lau, como Chow, ofrece una interpretación sutil pero conmovedora. Su Chow es un hombre inteligente y observador, atrapado en una situación de insatisfacción que se manifiesta en su creciente cinismo. Pero es Brigitte Lin, como Li-zhen, quien realmente roba el espectáculo. Su interpretación es magnética y llena de matices, transmitiendo una profunda sensación de vulnerabilidad y anhelo. La química entre Lau y Lin es palpable, dando vida a una amistad y una conexión emocional que se entrelazan con la trama de engaño.

El guion, adaptado de una historia corta de Ishikawa Takakazu, es donde la película realmente brilla. No se basa en grandes giros argumentales, sino en una gradual exposición de verdades incómodas y en la descripción de los sentimientos de los personajes. La trama de la traición es un detonante que revela las profundidades de la soledad y el deseo que acechan en las vidas de Chow y Li-zhen. La película evita caer en clichés sentimentales y se centra en la representación honesta de las emociones humanas. Se nota un respeto por los personajes y se entiende que sus decisiones, aunque dolorosas, son producto de sus propios anhelos. El guion no busca justificaciones, sino más bien, una comprensión de la complejidad humana.

En definitiva, “Deseando amar” es una película contemplativa y hermosa que invita a la reflexión sobre la naturaleza del amor, el deseo y la soledad. Es una joya cinematográfica que, a pesar de no ser espectacular, deja una huella duradera en el espectador. No es una película fácil de ver, ya que requiere paciencia y disposición para sumergirse en la atmósfera melancólica de Hong Kong.

Nota: 8/10