Desfile de candilejas (1933)

“Desfile de candilejas” (Lipstick Traces on a Killer’s Face) es un ejercicio de pura nostalgia, un guiño a la comedia negra de los años 40 y 50, pero con la particularidad de que, en lugar de pretender ser una imitación fiel, abraza abiertamente sus referencias y las utiliza con ingenio y un espíritu claramente lúdico. La película, dirigida por el propio Chester Bronfman (sí, el mismo actor que interpreta a Chester Kent), no se toma la propia parodia demasiado en serio, lo cual es, a mi juicio, su mayor fortaleza.

La película presenta a Chester Kent, un compositor de melodías en declive, atrapado en una espiral de presión, plazos imposibles y una constante amenaza de que sus ideas sean robadas por sus rivales. La trama se centra en la necesidad urgente de crear tres números musicales en un tiempo récord para un productor de Hollywood exigente. La urgencia es palpable y se traduce en situaciones cómicas que, si bien a veces caen en la exageración, lo hacen con una naturalidad que evita que resulten forzadas. La dirección de Bronfman es competente, y consigue mantener un ritmo ágil, utilizando un montaje dinámico y una puesta en escena cuidada. No se trata de una dirección revolucionaria, pero sí de una dirección funcional que cumple su cometido: contar una historia divertida y mantener el interés del espectador.

Las actuaciones son sólidas. Chester Bronfman, como siempre, es excelente en el papel principal, entregando una interpretación llena de matices y con un humor agudo y afilado. Nan Prescott, interpretada por el talento de Evelyn Hockley, aporta una dosis de encanto y un toque de ternura a la película, con una química visible con Bronfman. El resto del elenco secundario, aunque con roles más pequeños, contribuye a crear un ambiente cómico y a enriquecer la historia. Destacaría, en particular, el papel del villano, interpretado con malicia por el actor Robert Armstrong, quien aporta una amenaza creíble y un toque de diversión al personaje.

El guion, escrito por Bronfman, Hockley y James Hayes, es donde reside la mayor debilidad de la película. Si bien las situaciones humorísticas son efectivas y, en su mayoría, ingeniosas, la trama principal se siente un poco repetitiva y predecible. El ritmo, aunque generalmente bueno, a veces se ve afectado por un exceso de situaciones cómicas que, sin embargo, ayudan a mantener la película entretenida. La resolución, aunque satisfactoria, no aporta nada particularmente original a la historia. En esencia, el guion es un conjunto de gags y situaciones divertidas, pero carece de la profundidad y la complejidad necesarias para elevar la película a un nivel superior. Las referencias a otros clásicos del género, como “Psicosis” o “El Gran Robo de las Joyas”, son evidentes y bien integradas, pero no se explotan al máximo.

A pesar de sus defectos, “Desfile de candilejas” es una película entretenida y divertida, que cumple su función como una parodia de género y ofrece un festín visual y cómico para los amantes de la comedia negra. Es una película de disfrute inmediato, que no intenta ser más de lo que es: una divertida y ligera parodia.

Nota: 7/10