Desierto (2015)

“Desierto” (2017), dirigida por Walter Hill, no es simplemente un thriller de supervivencia; es un estudio brutal y desgarrador sobre la condición humana, la desesperación y la pérdida. La película se aleja del género de persecución y escape habitual, optando por una lente visceral y claustrofóbica que concentra la tensión en el árido y despiadado paisaje del desierto de Arizona. La dirección de Hill es magistral en su minimalismo: la mayoría de las escenas se desarrollan en un espacio reducido – un vehículo, un pequeño refugio, el lecho del camino –, lo que intensifica la sensación de encierro y amenaza constante.

La película se centra en Moisés (Gael García Bernal), un joven mexicano que, tras la trágica muerte de su esposa y bebé, se embarca en una peligrosa travesía hacia Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Su viaje lo lleva a encontrarse con Sam (Jeffrey Dean Morgan), un hombre perturbado y obsesionado con la eliminación de inmigrantes. La dinámica entre estos dos personajes es, precisamente, uno de los puntos fuertes de la película: no se trata de un enfrentamiento clásico, sino de una danza letal donde la paciencia, la astucia y la desesperación se convierten en las armas más poderosas. Morgan ofrece una interpretación increíblemente convincente como Sam, un villano complejo y profundamente atormentado. Su rostro, su mirada, transmiten una locura calculada y aterradora. Bernal, por su parte, entrega una actuación monumental, mostrando el dolor, la determinación y la vulnerabilidad de Moisés de forma sublime. Su mirada expresa un peso emocional palpable, una mezcla de miedo, ira y una implacable esperanza.

El guion, coescrito por Nick Monsour y Walter Hill, se distingue por su economía narrativa. Evita excesos de explicación, permitiendo que las imágenes y la atmósfera silenciosa hablen por sí mismas. La película no ofrece respuestas fáciles o moralmente cómodas. La ambigüedad es su arma. Se nos presenta a Moisés como un ser humano, pero no necesariamente un héroe. Su lucha por sobrevivir es a menudo brutal y, en ocasiones, moralmente cuestionable. El guion explora con valentía temas como la inmigración, la pobreza, la violencia y la pérdida, sin caer en simplismos ni sentimentalismos baratos. La fotografía de Guillermo Palma, con sus tonalidades doradas y contrastes dramáticos, acentúa la dureza del entorno y la fragilidad de los personajes. El paisaje se convierte en un personaje más, un testigo silencioso de la tragedia.

“Desierto” es una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora. No es una película fácil de ver, pero su impacto es duradero. Es una reflexión sobre la naturaleza humana, la fuerza del instinto y la imposibilidad de escapar del pasado. Una película que te dejará pensando mucho después de que los créditos finales se hayan deslizado.

Nota: 8.5/10