Destino fatal (1975)

“Destino fatal” (Fatal Attraction), la película de 1987 dirigida por Adrian Lyne, no es solo un thriller erótico, sino una disección psicológica implacable sobre la obsesión, la traición y el precio de la intimidad. A pesar de los años transcurridos, la cinta sigue resonando con fuerza, gracias en gran medida a la maestría de Lyne en la construcción de la tensión y a la convincente interpretación de Michael Douglas y Glenn Close. La película, si bien a menudo se la reduce a un melodrama sexual, es, en realidad, una tensa y perturbadora exploración del deterioro de una relación profesional y personal.

Michael Douglas, en el papel de Phil Gaines, ofrece una actuación particularmente brillante. Su personaje es un hombre de acción, un policía curtido, pero también un individuo lastrado por sus fracasos y una profunda sensación de soledad. Douglas transmite con naturalidad su cinismo, su frustración y, finalmente, su creciente desesperación a medida que se ve arrastrado a un torbellino emocional. Su evolución, aunque lenta, es palpable y crea un personaje complejo y entrañable, a pesar de sus defectos. Glenn Close, por su parte, da vida a Beth Marsh, una mujer con un pasado turbio y una necesidad desesperada de atención. Su interpretación es magistral, yuxtapone la fragilidad y la fuerza de la personaje de forma asombrosa, generando una mezcla de empatía y repulsión en el espectador. La intensidad de su actuación es el motor principal de la película.

La dirección de Adrian Lyne es fundamental para el éxito de la película. Lyne, conocido por su trabajo en películas de acción y erotismo, demuestra una habilidad excepcional para crear una atmósfera de creciente paranoia y tensión. Utiliza la cámara de manera inteligente, empleando planos cerrados para intensificar las emociones y ángulos de cámara dinámicos para generar suspense. La película se construye con un ritmo implacable, alternando escenas de acción trepidante con momentos de diálogo agudo y claustrofóbico. La música, compuesta por Alan Silvestri, complementa a la perfección la atmósfera de peligro y desesperación. No se limita a mostrar la erotismo, sino que lo integra de manera natural en la narrativa, sin caer en la explotación gratuita. Los encuentros sexuales son torpes, incómodos y, a menudo, perturbadores, lo que aumenta la tensión dramática.

El guion, coescrito por Warren Beatty y Jeremy Stone, es sólido, aunque en ocasiones ligeramente predecible. La historia, centrada en la obsesión de Beth por Phil y sus consecuencias devastadoras, es efectiva para explorar temas como el engaño, la manipulación y el impacto de los secretos. Sin embargo, algunos diálogos pueden resultar un poco forzados y la resolución final, aunque satisfactoria, podría haber sido más ambigua. A pesar de estas pequeñas debilidades, el guion cumple su función principal: sostener la tensión y mantener al espectador enganchado a lo largo de las casi dos horas de duración de la película. La película se atreve a cuestionar las convenciones de la época sobre el sexo y las relaciones, ofreciendo una visión poco convencional de la atracción y la obsesión. El tratamiento de la violencia, por otro lado, es brutal y sin concesiones, generando una sensación de incomodidad constante.

Nota: 8/10