“Destino Final” (The Final Destination) no es una película que revolucione el género del thriller sobrenatural, ni mucho menos. Sin embargo, sí que consigue ofrecer una experiencia sólida y, en su defensa, incluso entretenida. La premisa, que se repite a lo largo de varias entregas de la saga, es simple y atractiva: un grupo de jóvenes anticipa un fatal accidente a través de la visión de Alex, y se ven obligados a luchar contra la inevitable muerte que se avecina. Lo que hace que esta entrega sea notablemente superior a sus predeces con una dirección que sabe priorizar la tensión y el suspense, evitando caer en la parodia o la excesiva ornamentación.
Jeff Greenbaum, el director, demuestra un control notable de la narrativa visual. La película hace un uso eficaz de los efectos especiales, no para impresionar con espectáculos grandilocuentes, sino para generar imágenes impactantes y perturbadoras. La manera en que se representa la muerte, como una fuerza implacable y omnipresente, es lo más destacable de la producción. Se evita la estética kitsch que plagaba algunas entregas anteriores, priorizando un tono más oscuro y realista, lo que le otorga una mayor credibilidad a la historia. La banda sonora, aunque sencilla, complementa perfectamente la atmósfera de terror inminente.
El elenco ofrece actuaciones sólidas, destacando especialmente la de Tia Mowry, que personifica a Sam, una de las víctimas que intenta evitar su destino. Aunque la trama se centra en Alex (Ryan Kwanten), su personaje no está exento de matices, mostrando su vulnerabilidad y su lucha interna por controlar sus visiones. El resto del grupo de supervivientes contribuye a la dinámica del grupo, creando situaciones tensas y generando momentos de humor negro que alivian la atmósfera opresiva. La actuación de Peter Fonda como el agente del FBI, un hombre atormentado por la muerte de su familia, añade una capa de profundidad a la trama, cuestionando la moralidad de las acciones llevadas a cabo en nombre de la justicia.
Sin embargo, la película no está exenta de defectos. El guion, aunque cumple su cometido de mantener al espectador enganchado, recurre a algunos clichés del género y a ciertas soluciones narrativas que pueden resultar forzadas. La lógica interna de la trama, aunque consistente en su base, a veces se ve comprometida por la necesidad de mantener la premisa central del viaje en el tiempo. Además, la repetición de la mecánica de la "muerte que caza" puede resultar repetitiva para aquellos que ya conocen la saga. No obstante, el ritmo es bueno, las secuencias de acción son emocionantes y el mensaje sobre la precaución y la importancia de no subestimar el azar, aunque sencillo, es importante. La película, en definitiva, es un entretenimiento sólido, que sabe entretener sin pretender ser una obra maestra del género.
Nota: 6.5/10