Destino oculto (2011)

“Destino oculto” es una película que, en su esencia, pretende ser un thriller político con un toque de romance, y aunque logra ser entretenida, se encuentra a medio camino entre lo prometido y lo cumplido. La historia nos presenta a David Norris, interpretado con un carisma innegable por el actor John David Washington, un político con un potencial enorme que se ve amenazado por el interés de unos individuos misteriosos tras conocer a Elise Sellas, una bailarina igualmente cautivadora interpretada por Georgina Campbell. La premisa, una conspiración por impedir una relación que altera el equilibrio de poder, es atractiva y, en los primeros compases, mantiene al espectador enganchado a descubrir quiénes son los responsables y por qué quieren separar a los protagonistas.

La dirección de la película, a cargo de Michael Winterbottom, es notablemente discreta. Evita la grandilocuencia y apuesta por un estilo más íntimo, centrado en el desarrollo de la relación entre David y Elise. Este enfoque, sin embargo, a veces resulta en una lentitud que puede frustrar a aquellos que buscan un thriller con ritmo vertiginoso. Si bien el tono de suspense se construye gradualmente, el ritmo no siempre acompaña, y algunas escenas podrían haberse acortado sin comprometer la atmósfera general. Winterbottom utiliza eficazmente la cámara, empleando planos cerrados para enfatizar las emociones de los personajes y juegos de luz y sombra para crear un ambiente de constante inquietud.

Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. John David Washington ofrece una interpretación convincente como un político ambicioso pero con un buen corazón. Su carisma y vulnerabilidad son los motores del desarrollo de la historia. Georgina Campbell, por otro lado, brilla con luz propia, aportando una elegancia y una fuerza interior que contrastan con la ostentación del mundo político. El reparto secundario, compuesto por actores de considerable talento, contribuye a generar un sentido de intriga y peligro. Sin embargo, algunas de las actuaciones, especialmente las de aquellos que encarnan a los antagonistas, carecen de la profundidad necesaria para realmente asustar al espectador. Se siente que sus motivaciones son algo superficiales, lo que resta fuerza a la trama.

El guion, escrito por Ben Weatherstone y John Carter, es donde se echa la mano más. Si bien la historia presenta ideas interesantes, la ejecución carece de originalidad y a veces se adentra en clichés del género thriller político. El desarrollo de la trama se vuelve, en ciertos momentos, predecible, y la resolución final, aunque satisfactoria, no es particularmente sorprendente. Aunque hay momentos de brillantez en el diálogo y en la construcción de personajes, la película, en general, se siente un poco simplificada y carente de la complejidad que podría haberle elevado a un nivel superior. Se podría haber explorado con más profundidad el impacto de las conspiraciones en la vida de los personajes, más allá de los momentos de tensión superficial.

Nota: 6.5/10