Deuce Bigalow: Gigoló europeo (2005)

“Deuce Bigalow: Gigoló Europeo” es, en su esencia, una experiencia cinematográfica deliberadamente absurda, un ejercicio de comedia escatológica que se aferra a la precipicio de lo ridículo y no lo suelta. No es una película para agradar a puristas del cine o aquellos que buscan una narrativa coherente. Sin embargo, para aquellos dispuestos a aceptar una propuesta tan radicalmente desconectada de la realidad, el filme ofrece momentos de genuino entretenimiento y, sorprendentemente, cierta simpatía por sus personajes.

La dirección de Christian McKay se distingue por un estilo visual peculiar, que mezcla elementos de acción, comedia pastel y, en ocasiones, un toque de melodrama europeo. Hay una atención al detalle en la puesta en escena, particularmente en las locaciones que transportan al espectador a la Europa vibrante y, a menudo, decadente de la película. Pero esta meticulosidad estética no logra encubrir la falta de profundidad en la dirección. Las escenas de acción, diseñadas para ser impactantes, a menudo resultan torpemente ejecutadas, priorizando el espectáculo visual sobre la tensión dramática. McKay se permite ser irreverente y eso, en este caso, funciona mejor que cualquier intento de ser serio.

El elenco, liderado por Rob Schneider, es donde la película realmente brilla (o, más bien, parpadea de manera excéntrica). Schneider, como Deuce Bigalow, entrega una actuación que equilibra la torpeza del personaje con un encanto innato. Su ingenuidad es entrañable, y su evolución a medida que se ve inmerso en el mundo de la prostitución europea es, paradójicamente, divertida. Eddie Griffin complementa la comedia con su habitual energía y un humor cáustico. Sin embargo, destacaría especialmente a Hanna Verboom como Eva, quien logra un equilibrio entre la vulnerabilidad de su personaje y su agitación interna, dándole una profundidad que escapa un poco a la naturaleza campestre de la película.

El guion, por supuesto, es el punto más débil de la película. Las situaciones son extravagantes y a menudo carecen de un sentido lógico. El ritmo es inconsistente, alternando entre momentos de gran estrafalariedad y largos pasajes de diálogo insustanciales. No obstante, el guion se beneficia de la capacidad de la película para aprovecharse de situaciones absurdas y personajes excéntricos. La trama, a pesar de sus fallas, se mantiene lo suficientemente ligera para evitar que el espectador se frustre demasiado. Se podría argumentar que la película es un pastiche de clichés del cine de acción y comedia, pero con una dosis masiva de surrealismo. La idea de un gigoló europeo siendo utilizado como agente secreto es, en sí misma, una premisa prometedora, pero el desarrollo de la trama no la aprovecha plenamente.

En definitiva, “Deuce Bigalow: Gigoló Europeo” es una película que debe ser disfrutada con una actitud abierta a la extravagancia. No es una obra maestra, pero sí un entretenimiento ocasional y peculiar, particularmente para aquellos que buscan una experiencia cinematográfica fuera de lo común.

Nota: 6/10