Dewey Cox: Una vida larga y dura (2007)

“Dewey Cox: Una vida larga y dura” no es simplemente una comedia musical; es una celebración caótica y exuberantemente paródica de la cultura pop estadounidense de los 70 y principios de los 80, y, en última instancia, una reflexión sobre la naturaleza del estrellato y la búsqueda de la fama. La película, dirigida con una energía contagiosa por Stephen Frears (sí, el mismo director de ‘Elizabeth’ y ‘Florence’), logra plasmar la vida de Dewey Cox (John C. Reilly, en una actuación absolutamente magistral), un genio musical y un desastre personal, con una honestidad sorprendente. Reilly, en particular, se entrega por completo al personaje, logrando una escalofriante combinación de vulnerabilidad y megalomanía. Su interpretación es la columna vertebral de la película, un retrato de la ambición desenfrenada y la autodestrucción con un toque de humor incansable.

La dirección de Frears es crucial para el éxito de la película. Evita caer en la mera caricatura, ofreciendo al espectador momentos de profunda emoción y conmoción. El ritmo es frenético, salpicado de coloridos flashbacks, escenarios elaborados y una banda sonora que captura a la perfección el espíritu de la época. El guion, escrito por Dan M. Burr y Paul Harper, se basa en una estructura narrativa circular, que recuerda a ‘Walk Hard’ – del mismo director –, pero la transforma en una experiencia más rica y matizada. No es solo una historia de ascenso y caída; es una exploración de las relaciones, las pérdidas, y la influencia del público en la vida de un artista.

La película no rehúye de los excesos, ni en cuanto a la estética ni en cuanto a la narrativa. Los excesos de Dewey Cox – las infidelidades, las drogas, las numerosas relaciones – son retratados con una mezcla de humor negro y crítica social. Sin embargo, Frears también se toma la licencia de humanizar al personaje, revelando sus miedos, sus sueños y su anhelo de ser amado y reconocido. La película no idealiza a Dewey Cox, pero tampoco lo demoniza; simplemente lo presenta como un ser complejo y contradictorio, víctima de sus propias obsesiones y de una industria musical que a menudo consume y destruye a sus estrellas.

Aunque el despliegue de colores y la producción musical son impecables, la película podría haber beneficiado de un mayor desarrollo en algunos de los personajes secundarios. Algunas de las relaciones, aunque interesantes, se sienten un poco superficiales, perdiendo oportunidades de profundizar en las dinámicas interpersonales. A pesar de ello, “Dewey Cox: Una vida larga y dura” es una película memorable, una oda al rock and roll con un toque de parodia inteligente y un mensaje subyacente sobre la fugacidad de la fama y la importancia de la autenticidad. Es una película que te hará reír, llorar y, quizás, preguntarte si realmente te importa si Dewey Cox se quedó con la fama o no.

Nota: 8.5/10