Días extraños (1995)

“Días Extraños” (Strange Days) de David Lynch es mucho más que una película de ciencia ficción distópica. Es una experiencia visceral, perturbadora y, en última instancia, profundamente humana. Lanzada en 1995, la película, ahora objeto de nuevos análisis y reivindicaciones, sigue resonando con una relevancia inquietante, especialmente en un mundo cada vez más inmerso en la vigilancia y la tecnología.

Lynch, maestro en la creación de atmósferas opresivas y personajes complejos, construye un Los Ángeles del final del siglo XX que es a la vez familiar y terriblemente desolador. La película no se centra en el “cómo” funciona la tecnología, el “SQUID”, que permite a los usuarios experimentar las grabaciones audiovisuales de otros, sino en las consecuencias emocionales y éticas de su uso. Esta elección es, a mi parecer, la clave del éxito de la película. En lugar de un espectáculo tecnológico, Lynch nos ofrece un drama psicológico donde la tecnología actúa como un espejo que refleja las ansiedades y deseos más oscuros de la sociedad.

La dirección de Lynch es impecable, como siempre, con una meticulosa atención al detalle. El uso de la cámara, las composiciones y la iluminación son exquisitos, generando una sensación constante de incomodidad y desasosiego. La película se mueve entre escenas frenéticas y persecuciones adictivas, y momentos de silencio contemplativos que obligan al espectador a reflexionar sobre la naturaleza de la realidad y la identidad. El ritmo es deliberadamente irregular, imitando el flujo de conciencia de sus personajes, y se beneficia enormemente del sonido envolvente que contribuye a la atmósfera de paranoia.

Las actuaciones son destacadas. Tom Berenger, como Lenny, encarna perfectamente la desesperación y la alienación de un hombre atrapado en un ciclo de hedonismo y adicción. Paz Vega, en su papel como Helen, aporta una vulnerabilidad y una fuerza interior que contrastan con la superficialidad del entorno que la rodea. Sin embargo, es la interpretación de Sarah Dean como Scylla, la experta en tecnología, la que realmente destaca. Su actuación es hipnótica y llena de matices, transmitiendo una mezcla de ambición, obsesión y un cierto vacío existencial.

El guion, adaptado de un guion de Walter Hill y Michael Hayes, es una obra maestra de la ambigüedad. Lynch se resiste a ofrecer respuestas fáciles, dejando al espectador con preguntas incómodas sobre la privacidad, el consentimiento, la manipulación y la autenticidad de la experiencia. La película no es sólo sobre la tecnología, sino sobre la naturaleza humana y la facilidad con la que podemos ser manipulados y explotados. A pesar de la trama intrincada, se mantiene siempre en un terreno narrativo centrado en los personajes y sus dilemas morales.

“Días Extraños” es una película que requiere ser vista para ser apreciada. No es un entretenimiento ligero, sino una experiencia cinematográfica desafiante y provocadora que permanecerá en la memoria mucho después de que terminan los créditos. Es un clásico de culto del cine de ciencia ficción, y una película que merece ser re-vista y debatida a lo largo de los años.

Nota: 8.5/10