Dick Tracy (1990)

“Dick Tracy” de Warren Beatty, estrenada en 1990, es una película que, a pesar de su estética visualmente llamativa y un cierto encanto nostálgico, resulta ser una experiencia cinematográfica desigual. La película, adaptada de la emblemática serie de cómics de Chester Gould, no logra alcanzar la profundidad o el impacto emocional que merecía, quedando atrapada en una mera recreación estilizada de su mundo. Si bien Beatty ofrece una dirección vibrante, con una meticulosa atención al detalle en la creación de una Nueva York ficticia impregnada de los años 30, la película se siente a veces más como un escaparate de diseñadores y maquilladores que como una historia convincente.

La película se centra en la persecución implacable del detective Dick Tracy (Beatty) contra el despiadado Big Boy Caprice (Michael Keaton), un capo mafioso que busca dominar la ciudad y, entre otras cosas, la mano de la cantante Suspiros Mahoney (Madonna). La coreografía de las persecuciones, elaborada con gran cuidado por el director de acción Jerry Breitman, es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Las escenas de persecución a pie, con Tracy y Caprice esquivando coches, montando en bicicleta y utilizando diferentes artilugios, son visualmente espectaculares y llenas de energía. Sin embargo, la acción, por sí sola, no es suficiente para sostener una trama sólida. La película carece de una profundidad emocional, reduciendo a los personajes a arquetipos y relegando a la historia a un nivel superficial.

Las actuaciones son variadas. Beatty ofrece un retrato icónico de Tracy, un hombre recto, incorruptible y un poco fuera de lugar en su mundo. Su interpretación es sólida y, en ocasiones, incluso conmovedora. Madonna, como Suspiros Mahoney, aporta un toque de glamour y sensualidad, aunque su personaje, en última instancia, resulta plano y unidimensional. Keaton, por su parte, se transforma en un Big Boy Caprice cruel y sádico, pero su interpretación carece del matiz que podría haberle dado más complejidad al villano. La presencia de Dustin Hoffman como el corrupto y ambicioso Jefe Duffy añade cierta sustancia a la trama, aunque su personaje también es simplificado. El misterioso “The Blank”, interpretado por Robert Downey Jr., emerge como una anécdota, una curiosidad que no contribuye significativamente a la narrativa principal.

El guion, adaptado de Chester Gould, es donde la película falla más. Se enfatiza la estética de los cómics – los dibujos negros y blancos, los diálogos rápidos y las situaciones exageradas – pero a costa de desarrollar personajes complejos y un conflicto convincente. Se sacrifican las motivaciones, el trasfondo y las emociones en favor de la presentación visual. La trama, aunque entretenida, es predecible y carece de giros inesperados. La película se limita a mostrar la persecución y la confrontación, sin explorar las implicaciones morales o sociales de la lucha entre el bien y el mal. La ambigüedad moral, presente en los cómics originales, se pierde en la adaptación cinematográfica.

En definitiva, "Dick Tracy" es una película visualmente atractiva y llena de acción, pero que no logra superar sus propias limitaciones narrativas y de desarrollo de personajes. Es un entretenimiento ocasional, una curiosidad cinematográfica, pero no una obra maestra.

Nota: 6/10