Die Ontwaking (2016)

“Die Ontwaking” es una película que se ancla a un concepto perturbador y que, a pesar de algunas fallas, logra generar una tensión constante y un inquietante horror psicológico. La historia nos presenta a Lena, una detective de homicidios recién salida de la academia, que se ve asignada a un caso particularmente macabro: la serie de asesinatos de mujeres jóvenes, cada una con una peculiaridad en la forma en que el asesino, conocido sólo como "El Artista", retira y manipula su piel. Este no es el thriller policial convencional; la película se centra más en la fragilidad mental del asesino y la creciente paranoia de Lena, convirtiéndose en un estudio de la locura y el deseo.

La dirección de James Blackwood es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Blackwood evita los trucos visuales grandilocuentes y apuesta por un estilo sombrío y claustrofóbico que se ajusta perfectamente a la atmósfera de la trama. Las escenas son largas, deliberadas y construidas con un ritmo pausado, permitiendo que la tensión se acumule lentamente. Utiliza la iluminación de forma magistral, empleando sombras y colores apagados para crear un ambiente de desasosiego. Además, el uso del sonido es excepcional; sonidos ambientales sutiles y sorderones que anticipan el horror que se avecina, elevando la experiencia sensorial del espectador. Sin embargo, la lentitud, a veces, se siente excesiva, y algunas escenas podrían haber sido editadas con mayor precisión para mantener un ritmo más dinámico.

Las actuaciones son consistentemente sólidas. Naomi Carter, como Lena, ofrece una interpretación convincente de una detective atormentada por la inexperiencia y la culpa. Su personaje evoluciona a lo largo de la película, mostrando una vulnerabilidad real que conecta al espectador con su lucha interna. El antagonista, interpretado por Ben Miller, es, por otro lado, un personaje complejo y profundamente perturbador. Miller logra transmitir la obsesión y la desquiciación de “El Artista” de una manera escalofriante, evitando caer en estereotipos y ofreciendo una representación sutil pero efectiva de la mente de un asesino. La química entre Carter y Miller es palpable, contribuyendo a la intensidad dramática de la película.

El guion, aunque a veces se apoya en clichés del género, presenta ideas interesantes sobre la naturaleza del trauma, la pérdida de identidad y la búsqueda de significado. La exploración del tema de la piel como metáfora de la vulnerabilidad y la protección es particularmente efectiva. Sin embargo, el desarrollo de algunos personajes secundarios es superficial, y algunas subtramas se sienten como añadidos innecesarios. A pesar de ello, la trama principal es lo suficientemente intrigante como para mantener el interés del espectador hasta el final. El final, en particular, es ambiguo y deja al espectador reflexionando sobre las implicaciones de la historia. Es un final que obliga a una interpretación y que añade a la complejidad de la película.

Nota: 7/10