Dilan 1990 (2018)

“Dilan 1990” es un melodrama juvenil que aterriza en la pantalla grande como un refrescante, aunque a veces empalagoso, retorno a la estética y la sensibilidad de los años noventa. La película, ambientada en la ciudad de Bandung, Indonesia, no es revolucionaria en su trama, pero sí efectiva en su capacidad para evocar un fuerte sentimiento de nostalgia en el espectador adulto que recuerda aquellos primeros amores, la incertidumbre y la búsqueda de identidad. La historia, centrada en el torbellino de emociones entre Dilan (Iqbaal Ramadhan) y Milea (Vanesha Prescilla), se basa en la novela homónima de Soma Indrawan, y aunque adapta fielmente los elementos centrales, se queda rezagada en la ejecución de algunos de sus aspectos más prometedores.

La dirección de Ernest Prakasa, conocida principalmente por su trabajo cómico, demuestra una notable evolución en este proyecto. Si bien la película carece de la chispa del humor habitual, se centra en una atmósfera melancólica y en la construcción de personajes complejos. La cinematografía es cautivante, utilizando la iluminación y la paleta de colores para transmitir la belleza natural de Bandung y para subrayar las emociones de los protagonistas. Sin embargo, a veces, la estética se vuelve un tanto recargada, con un exceso de filtro y un diseño de producción que, en ocasiones, resulta artificial.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Iqbaal Ramadhan ofrece una interpretación matizada de Dilan, un joven rebelde, sarcástico y enigmático que lucha por mostrar su vulnerabilidad. Vanesha Prescilla, por su parte, transmite una profunda sensibilidad y timidez en el papel de Milea, una chica reservada y apasionada que se encuentra atrapada entre la incertidumbre y el deseo de romper con las convenciones. La química entre ambos actores es palpable, y su interpretación del amor juvenil es creíble y conmovedora. La presencia de Sissy Prescillia como la madre de Dilan añade una capa de complejidad al personaje y aporta una dimensión emocional importante a la trama.

El guion, sin embargo, es donde la película más notablemente resiente. Si bien se ajusta a la esencia de la novela, es un guion un tanto predecible y simplista. Los diálogos a menudo son clichés y las situaciones, a veces, se sienten forzadas para generar drama. Se podría haber profundizado en la exploración de los dilemas internos de los personajes y en la complejidad de sus relaciones. La trama, aunque romántica, no ofrece demasiadas sorpresas y el final, si bien emotivo, resulta un tanto agridulce y poco ambiguo.

A pesar de sus deficiencias narrativas, “Dilan 1990” es una película que genera un afecto genuino. Es un melodrama adolescente agradable, bien actuado y con una ambientación evocadora. Aunque no es una obra maestra, ofrece una ventana a un pasado nostálgico y a las complejidades del primer amor. Nota: 6.5/10