Dios no esta muerto (2014)

“Dios No Está Muerto” (God Isn’t Dead) es una película que, inevitablemente, provoca divisiones. Longeando el debate central sobre la fe, la película se presenta como un drama académico y personal que, en su esencia, busca generar una tensión dialéctica palpable entre la razón y la fe. Dirigida por Bob Clark, la película sigue a Josh Wheaton (Shane Harper), un estudiante de filosofía cristiano impecablemente moralizado, que se encuentra en constante conflicto con el Sr. Radisson (Kevin Sorbo), un profesor de filosofía escéptico y pragmático, que le desafía sistemáticamente a demostrar la existencia de Dios. A primera vista, la premisa resulta familiar, casi un cliché del género académico y del debate teológico, pero la película intenta superar esa familiaridad a través de una construcción argumentativa, a veces forzada, y un tono que oscila entre el drama intenso y la caricaturización, generando un efecto ambivalente.

La dirección de Clark es competente, buscando crear una atmósfera tensa y con cierta carga emocional. Las escenas en el campus universitario, llenas de alumnos y profesores, se sienten realistas, aunque el ritmo a menudo se ralentiza por largas exposiciones dialécticas que, si bien pretenden ser rigurosas, pueden resultar tediosas para el espectador no completamente familiarizado con los términos filosóficos utilizados. Sorbo ofrece una actuación sólida como el Sr. Radisson, interpretando con convicción el escepticismo lógico y el desafío intelectual. Sin embargo, la caracterización del personaje se ve a veces sacrificada en favor de la argumentación, volviéndolo un tanto unidimensional. Harper, por su parte, interpreta con honestidad a Josh, transmitiendo la duda y el fervor religioso del protagonista, aunque su personaje también se ve afectado por la simplificación de su evolución emocional.

La película se distingue por su guion, que se basa en una serie de debates filosóficos que, en su mayoría, son inspirados por argumentos conocidos y ampliamente discutidos. Si bien la intención de presentar diferentes perspectivas es encomiable, la ejecución a menudo se siente superficial. Se intenta incluir referencias a figuras como Hume, Kant, y Nietzsche, pero sin profundizar en las complejidades de sus ideas. La película se queda en la superficie de los debates, usando citas y argumentos como adornos intelectuales, sin explorar las implicaciones más profundas. El uso de flashbacks, destinados a revelar el pasado de Josh y sus motivaciones, se sienten forzados y, en muchos casos, redundantes. La resolución final, una confesión apasionada de fe en una catedral, aunque emocionalmente impactante, no ofrece una respuesta convincente a las preguntas planteadas a lo largo de la película.

En definitiva, “Dios No Está Muerto” es una película que tiene potencial, pero que se ve limitada por un guion a veces simplista y una dirección que prioriza el debate intelectual sobre la complejidad emocional. Si bien es un esfuerzo interesante para presentar argumentos teológicos y filosóficos, no logra trascender el ámbito de la discusión académica y ofrece una experiencia cinematográfica más enraizada en la persuasión que en la profundidad. Es una película que probablemente polarizará al espectador, al igual que su temática, buscando no tanto convencer, sino desafiar.

Nota: 5/10