Diplomacia (2014)

“Diplomacia”, la película de Christian Carion, no es un bombazo explosivo como podría sugerir la premisa. No es un thriller de guerra frenético, ni un relato heroico de resistencia. Es, en cambio, una meditación pausada y profundamente humana sobre la fragilidad de la voluntad y el poder de la diplomacia en momentos de crisis. La película se centra en Raoul Nordling, el cónsul sueco, un hombre aparentemente ordinario y completamente desprovisto de heroísmo, que se encuentra ante la tarea imposible de evitar la destrucción inminente de París bajo el control de Von Choltitz, un oficial militar prusiano obstinado y aparentemente insensible a la humanidad.

Carion logra crear una atmósfera de tensión palpable, no a través de secuencias de acción grandilocuentes, sino a través de la observación minuciosa de las interacciones entre los personajes. La dirección es precisa y favorece la intimidad, utilizando planos cerrados y una iluminación discreta que acentúa la vulnerabilidad de Nordling. El film se basa en la psicología del personaje: vemos su inquietud, sus dudas, su desesperación, pero también su persistente deseo de evitar la catástrofe. La actuación de Stellan Skarsgård, habitual de papeles de personajes complejos, es brillante. Nordling no es un héroe, sino un hombre que lucha con uñas y dientes contra un destino que parece inevitable. Su ambivalencia – a veces aparente, a veces escondida tras una aparente calma – es lo que le hace creíble y, en última instancia, profundamente conmovedor.

El guion, adaptado de la novela de Per Wahlgren, no se centra en la propaganda o en la glorificación de la guerra. Se centra en la negación de una sola persona, la resistencia silenciosa de un hombre que, empleando su habilidad para la diplomacia y su conocimiento de la cultura alemana, intenta encontrar una grieta en la fortaleza de Von Choltitz. Este es un punto crucial: la película no presenta una batalla campal entre fuerzas, sino un juego de ajedrez psicológico, donde cada palabra, cada gesto, cada sutil cambio de actitud puede ser la clave para el éxito o el fracaso. Sin embargo, la película a veces se pierde en detalles superfluos y en largas conversaciones que, aunque descriptivas, ralentizan el ritmo. Algunos diálogos se sienten excesivamente expositivos y, a pesar de que la actuación es sólida, algunos personajes secundarios carecen de profundidad.

A pesar de estas pequeñas deficiencias, “Diplomacia” es una película que invita a la reflexión sobre la importancia de la empatía, la comprensión y la búsqueda de soluciones pacíficas, incluso en las circunstancias más extremas. No busca la espectacularidad, sino la verdad emocional. Es un recordatorio de que la diplomacia, la paciencia y la habilidad para conectar con el otro pueden ser más poderosas que cualquier arma. La película es un estudio del carácter y, sobre todo, un retrato de la resiliencia humana.

Nota: 7/10