“Disorder (El Protector)” es una película que se instala en la mente y no se va fácilmente. Dirigida por Karyn Kusama, esta obra no busca la grandilocuencia ni el espectáculo, sino que se aferra a la crudeza de la experiencia humana, especialmente a la del trauma y la responsabilidad. La película no intenta dar respuestas fáciles; en cambio, se concentra en el dolor y la complejidad de un hombre roto, James, interpretado magistralmente por Scott Shepherd. Shepherd ofrece una actuación sutil y escalofriamente honesta, construyendo a James como un ser humano marcado, con una vulnerabilidad palpable que va más allá de la descripción física de un veterano con problemas de salud mental. Su rostro es una narración silenciosa, un registro constante de la lucha interna que consume al personaje.
Kusama se aleja de los clichés del thriller de acción y construye una atmósfera tensa y claustrofóbica que se alimenta de la incertidumbre. El escenario, una mansión rural en las montañas de Montana, se convierte en un personaje más, un lugar de aislamiento y amenaza latente. La dirección de Kusama es precisa y enfocada, utilizando planos largos y un ritmo pausado para crear una sensación de incomodidad constante. No hay persecuciones frenéticas ni explosiones que distraigan de la verdadera cuestión: la fragilidad emocional de los personajes.
El guion, escrito por Kusama y Stephen Cronauer, es el punto fuerte de la película. Evita simplismos y profundiza en las consecuencias del trauma. La relación entre James, el protector involuntario, y la familia que ha sido asignada a su cuidado, es compleja y llena de matices. El hijo, Caleb, interpretado por Joe Cole, es un joven en busca de su identidad, luchando con sus propias demonios. La madre, Sara, interpretada por Juliett Lennon, representa una esperanza de normalidad, pero también una carga de responsabilidad que se le dificulta asumir. La película explora cómo el trauma se transmite de generación en generación, impactando las relaciones familiares de una forma devastadora.
La película no rehúye la oscuridad de la psique humana. Hay momentos terribles, visualmente impactantes y emocionalmente agotadores, que te obligan a confrontar la realidad del sufrimiento. Pero, en medio de la desesperación, también hay destellos de humanidad, de un deseo de conexión y de un anhelo por la redención. “Disorder (El Protector)” no es un espectáculo fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica potente y reflexiva que te dejará pensando mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una película que, más que entretener, busca provocar una conversación sobre el trauma, la responsabilidad y la búsqueda de un sentido en medio del caos.
Nota: 8/10