Dixie y la rebelión zombi (2014)

“Dixie y la rebelión zombi” no es precisamente una obra maestra de la narrativa, pero sí consigue ofrecer un entretenimiento ligero y, sorprendentemente, un buen rato. La película se inserta en el subgénero de terror adolescente con un toque de comedia, y aunque no redefine el género, cumple su función principal: divertir al público con una premisa, aunque predecible, que llama la atención. La película juega con la idea del “quiero versus tengo” de una manera que, a pesar de sus clichés, se mantiene entretenida hasta cierto punto.

La dirección de Leo Vance es funcional, sin pretender ser innovadora. Utiliza un estilo visual bastante estándar para este tipo de película: colores vibrantes, escenas de acción rápidas y un uso exagerado de efectos especiales. Sin embargo, se aprecia un intento de crear una atmósfera lúgubre, aunque a menudo la acción y el humor restan fuerza a esa intencionalidad. La película no intenta ser compleja en su narrativa visual; se concentra en mantener el ritmo y presentar la acción de manera clara para el espectador. El uso de la música, aunque un tanto repetitiva, contribuye al tono general de la película, mezclando melodías de terror con elementos de pop juvenil.

Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Dixie, interpretada por la joven Maya Rodriguez, encarna a la perfección la actitud sarcástica y la rebeldía juvenil. Su personaje es entrañable y, en su conflicto moral, ofrece un buen punto de partida para la reflexión, aunque superficial. Los compañeros de clase, Isis y Gonner, cumplen su función de antagonistas cómicos, evitando caer en estereotipos excesivamente caricaturescos. La antagonista, Nigreda, es interpretada con una intensidad que le da credibilidad a su personaje, evitando que se convierta en una villana unidimensional. La química entre los actores es palpable, lo que enriquece las interacciones y la dinámica del grupo.

El guion, sin embargo, es donde la película más notablemente resiente. La trama, aunque interesante al principio, se vuelve bastante predecible a medida que avanza. Los diálogos, a menudo, son torpes y convenecos, con situaciones que parecen forzadas para generar momentos cómicos. Las subtramas, aunque presentadas con intención, no se desarrollan plenamente y se dejan a medio camino. A pesar de ello, el guion presenta un núcleo de ideas originales sobre la identidad, el destino y la lucha entre el bien y el mal, elementos que, aunque no se exploran a fondo, funcionan como base para la historia. El desarrollo del conflicto interno de Dixie es la parte más interesante y lograda del guion.

En definitiva, “Dixie y la rebelión zombi” es una película divertida y entretenida, pero no sobresaliente. Ofrece un espectáculo visual y algunas actuaciones sólidas, pero su guion es simplista y predecible. Es una opción adecuada para una noche de cine con amigos o familiares, pero no esperéis una experiencia cinematográfica profunda y memorable.

Nota: 6/10