Doble o nada (2012)

“Doble o nada”, la adaptación cinematográfica de las memorias de Beth Raymer, es una película que, a pesar de contar con una historia atractiva, no logra alcanzar todo su potencial. La película, dirigida por Richard Shephard, ofrece un retrato refrescante y a veces divertido de la exuberancia y la desilusión de Las Vegas durante los años 90, pero su ejecución, en general, resulta algo carente de pulido y profundidad.

La película se centra en Beth, interpretada con una notable autenticidad por Lindsay Price. Price consigue transmitir la determinación inicial de la joven, su ingenuidad, pero también su creciente cinismo ante la realidad implacable de un mundo basado en el riesgo y la fortuna. La química entre Price y el también intérprete, Kevin Kline, quien da vida a Dink, es uno de los puntos fuertes de la cinta. Kline, con su habitual carisma, ofrece una interpretación sutil y a la vez enigmática de un hombre involucrado en un juego peligroso que se ve inmerso en la vida de Beth. Su relación, que evoluciona desde un acuerdo de confianza mutua hasta una complicación que amenaza con destruirlos a ambos, es el núcleo emocional de la película y se siente genuina.

Sin embargo, el guion, adaptado de las memorias originales, a veces se siente apresurado. La trama avanza con demasiada rapidez, sacrificando momentos de desarrollo de personajes que podrían haber enriquecido la historia. Se siente una presión por alcanzar el clímax, lo que resulta en diálogos ocasionalmente forzados y un ritmo general ligeramente desigual. La película no profundiza lo suficiente en las motivaciones de los personajes secundarios y, aunque hay algunos que despiertan interés, su presencia se limita a momentos puntuales, sin un desarrollo que les otorgue mayor peso narrativo.

El vestuario y la puesta en escena, recreando la atmósfera vibrante y opulenta de Las Vegas, son impecables. La dirección artística logra capturar la estética de la época, evocando tanto la gloria del glamour como la pobreza y la desesperación que acechan debajo de la superficie. La banda sonora, con canciones de rock y pop de los 90, contribuye significativamente a la atmósfera de la película y refuerza la sensación de estar presenciando un fragmento de la cultura popular de la época.

En definitiva, “Doble o nada” es una película entretenida que ofrece una mirada a una época particular de Las Vegas. La actuación de Lindsay Price es sobresaliente y la ambientación es impecable. No obstante, la falta de profundidad en el guion y la velocidad con la que se desarrolla la trama impiden que la película alcance un nivel superior de calidad. Es una historia interesante, pero no necesariamente inolvidable.

Nota: 6/10