“Doctor Strange en el multiverso de la locura” es una película que no se contenta con simplemente rellenar el espacio vacío que queda tras la exitosa primera entrega. Marvel ha apostado fuerte por la expansión radical de su universo narrativo, y, para sorpresa de algunos, se siente como una evolución orgánica, no una mera extensión. La película se centra en la búsqueda de Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) para mitigar una amenaza existencial que amenaza con destruir todas las realidades. La premisa, a primera vista, podría parecer simple, pero la ejecución y las consecuencias de los viajes a través del multiverso son lo que realmente convierten la película en una experiencia vertiginosa y, a veces, abrumadora.
Taika Waititi, como director, aporta un estilo peculiar y un humor que, si bien no es el sello distintivo de Marvel, le da un ritmo distintivo a la película. La dirección juega con la ambigüedad visual, empleando efectos visuales espectaculares para representar las diferentes dimensiones y realidades. La película se distingue por su paleta de colores vibrantes y la recreación de mundos que son a la vez extraños y terriblemente familiares. Sin embargo, a veces esta estética exuberante, aunque visualmente impactante, puede sentirse un tanto desbordante, eclipsando sutilmente los momentos más dramáticos.
Benedict Cumberbatch ofrece una actuación sólida, aunque quizás un poco menos contemplativa que en la primera entrega. Su Doctor Strange es un hombre que ha cambiado, marcado por sus experiencias y atormentado por la pérdida. La dinámica con Elizabeth Olsen (Wanda Maximoff) es el corazón de la película, y la relación entre ambos es compleja y, a menudo, dolorosa. Olsen, por su parte, se libera de las limitaciones de su papel anterior, mostrando una profundidad emocional y una vulnerabilidad que le valen el aplauso del público y la crítica. El desarrollo del personaje de Wanda es un punto fuerte de la película, ofreciendo una visión convincente de una heroína consumida por el dolor y la ira.
El guion, bajo la dirección de Michael Bennington y Justin Throne, presenta desafíos inherentes a la tarea de abordar un concepto tan vasto como el multiverso. Si bien hay momentos de brillantez y humor inteligente, la película se ve a veces abrumada por la cantidad de información y los constantes cambios de escenario. Algunos flashbacks y explicaciones, si bien necesarios para comprender la narrativa, ralentizan el ritmo y dificultan la inmersión en la historia. Sin embargo, la película aborda temas como la pérdida, el arrepentimiento y la responsabilidad de una manera que va más allá del mero entretenimiento, explorando las consecuencias morales de alterar el tejido del universo. La película no rehúye la complejidad, presentando dilemas éticos que obligan al espectador a cuestionar sus propias decisiones.
En definitiva, "Doctor Strange en el multiverso de la locura" es una película ambiciosa que, a pesar de algunos defectos, logra cautivar por su originalidad visual y sus ideas sobre el multiverso. Es una aventura visualmente deslumbrante y emocionalmente resonante que consolida el universo cinematográfico de Marvel como una de las más ricas y diversas del cine actual.
Nota: 8/10