Doctor Sueño (2019)

“Doctor Sueño” no es simplemente una secuela, es una reanimación. Stanley Kubrick, a pesar de su ausencia física, parece observar con mirada crítica desde el más allá, ya que Mike Flanagan ha encarado el inmenso legado de “El resplandor” con un respeto reverencial y, al mismo tiempo, una audaz voluntad de explorarlo desde una perspectiva completamente nueva. La película se adentra en la psicología de Danny Torrance, décadas después de los eventos que marcaron su infancia, presentando a un hombre atormentado por el trauma, la ira y la autodestrucción, un espejo inquietante de la tragedia que consumió a su padre. Ewan McGregor ofrece una interpretación magistral, cargada de vulnerabilidad y desesperación, transmitiendo con autenticidad el peso del pasado y la lucha constante por el control.

La introducción de Abra Stone, interpretada por Sadie Sink, añade una dimensión de inocencia y fragilidad a la narrativa. Abra, como un faro en la oscuridad, representa la esperanza de redención, pero también la amenaza que acecha en la naturaleza del “resplandor”. La relación entre Danny y Abra es el corazón de la película, una conexión palpable y conmovedora que se construye gradualmente, basada en la empatía y el deseo mutuo de protección. Sin embargo, la película no se queda en la mera fantasía; explora temas profundos como el abuso infantil, la soledad, el impacto del trauma intergeneracional y la necesidad de encontrar un propósito en la vida.

Mike Flanagan, conocido por su maestría en el horror psicológico, construye una atmósfera densa y opresiva. La dirección es exquisita, utilizando la fotografía, la música y el diseño de producción para crear una sensación constante de incomodidad y amenaza. El uso del “flashback” es particularmente efectivo, tejiendo fragmentos del pasado de Danny con la presente narrativa, revelando la raíz de sus demonios internos. No obstante, la película, en ocasiones, se deja llevar por una excesiva oscuridad y por el uso de clichés del género de terror, lo que puede resultar un poco predecible en algunos momentos. El ritmo también es irregular, con pasajes lentos y contemplativos que contrastan con escenas de acción frenéticas.

El guion, escrito por Flanagan y Peter Field, es sólido en su base, pero a veces se siente un poco superficial en la profundización de ciertos personajes secundarios. Si bien la exploración del “resplandor” como una entidad maligna que se alimenta de la vulnerabilidad infantil es interesante, podría haberse desarrollado con mayor ambigüedad y complejidad. La película, en su esencia, es una advertencia sobre los peligros del aislamiento y la importancia de la conexión humana, un mensaje que resuena con fuerza en un mundo cada vez más fragmentado.

Nota: 7.5/10