“Doctor Who: La película” es un título que, inevitablemente, arrastra consigo un peso de expectativas colosal. Como fan acérrimo de la serie, esperaba una película que honrara el legado de los Doctores, que explorara la rica mitología del universo Whovian y, sobre todo, que ofreciera una aventura convincente. Lo que recibí fue una producción que, si bien intenta capturar la esencia del Doctor, termina sintiéndose como un ejercicio de nostalgia más que como una experiencia cinematográfica robusta.
La dirección de Russell Mulcahy logra un tono visual que evoca, de manera efectiva, la estética retro de las primeras temporadas. Las imágenes de San Francisco, con su neón y su atmósfera de finales de los 90, son fantásticas y contribuyen a crear un ambiente de época que atrae al espectador. Sin embargo, la fotografía a veces se ve eclipsada por la sobreexposición y una paleta de colores un tanto artificial. No se busca un realismo crudo, pero sí se podría haber buscado mayor sutileza en la composición. La acción, generalmente, es estilizada y exagerada, típica de las películas de ciencia ficción, y en ocasiones, sacrifica la credibilidad.
Las actuaciones son una mezcla de resultados. Christopher Eccleston ofrece una interpretación convincente del Doctor recién regenerado, transmitiendo su melancolía, su desesperación y su determinación. Su química con Freema Agyeman, quien interpreta la compañera de viaje del tiempo, es sólida y añade una capa de humanidad a la narrativa. Sin embargo, el antagonista, el Amo, interpretado por Michael Culver, carece de la amenaza que debería inspirar temor. Su presencia se siente más como un accesorio del drama que como un verdadero desafío para el Doctor. El resto del reparto, en general, es breve, y sus personajes, aunque interesantes en teoría, no desarrollan su potencial plenamente.
El guion, desgraciadamente, es donde la película realmente falla. Si bien la premisa es sólida, la ejecución es desigual. Hay momentos de ingenio y de ritmo ágil, pero también largas secciones de diálogo que se sienten torpes y poco naturales. Se intenta construir una trama compleja que involucra viajes en el tiempo, regeneraciones y la amenaza existencial del Amo, pero la información se presenta de forma desordenada y, a menudo, confusa. El guion recurre con demasiada frecuencia a clichés de la ciencia ficción y, en general, no explora a fondo los temas que podrían haber enriquecido la historia. La resolución final, aunque satisfactoria en términos de acción, parece precipitada y carece de la profundidad emocional que la trama merecía.
En definitiva, “Doctor Who: La película” es una producción visualmente atractiva pero narrativamente floja. No es una obra maestra, ni siquiera un buen episodio de la serie, pero sí un intento razonable de llevar el universo Whovian al gran pantalla. Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones, se queda a medio camino, lamentablemente, en el recuerdo.
Nota: 6/10