“Domingo Sangriento” no es un documental en el sentido tradicional del término, sino una experiencia cinematográfica que busca sumergir al espectador en el crudo drama de uno de los episodios más oscuros de la historia de Irlanda del Norte. La película, dirigida con un control visual asombroso por Paul Greengrass, se aleja de la narrativa lineal para abrazar una estructura coral, entrelazando fragmentos de la manifestación con escenas del presente, en el año 2022, donde los sobrevivientes y sus familias reflexionan sobre las consecuencias de aquel fatídico día. Esta estrategia, aunque inicialmente desconcertante, se revela como un mecanismo narrativo efectivo para subrayar el legado duradero de la tragedia.
La dirección de Greengrass es magistral, logrando una tensión palpable en cada escena. El uso del 'handheld' y la ausencia de planos estáticos trasladan al espectador al lugar de los hechos, haciéndole partícipe de la confusión, el pánico y la brutalidad de la balacera. La película evita la glorificación de la violencia, presentando la balacera de manera cruda y realista, mostrando la desesperación de los manifestantes y la confusión de los soldados. Sin embargo, es fundamental destacar que la película no busca justificar ninguna de las partes; simplemente documenta lo sucedido.
Las actuaciones son sobresalientes. James McAvoy, como Ivan Cooper, encarna la idealismo y la determinación del líder del movimiento por los derechos civiles. Su personaje, a pesar de ser central, no es presentado como un héroe invencible, sino como un hombre con sus propias dudas y miedos. Jodi Comer, como la esposa de un manifestante muerto, transmite con una fuerza silenciosa el dolor y la pérdida. La película logra capturar la complejidad emocional de aquellos involucrados, mostrando la devastación personal que dejó el "Bloody Sunday".
El guion, coescrito por Greengrass, Moore y Williams, es inteligente y ambicioso. Se centra en la experiencia colectiva, explorando las diversas perspectivas: la de los manifestantes, la de los soldados, la de los civiles inocentes y la de las familias afectadas. La película, en lugar de limitarse a narrar los hechos, se preocupa por comprender las motivaciones y las consecuencias de la tragedia. La forma en que se entrelazan los flashbacks con el presente permite a la película profundizar en el trauma intergeneracional, mostrando cómo la herida de aquel domingo sigue influyendo en la vida de los personajes del presente. A pesar de lo exhaustivo que es, la película nunca cae en la sobreexplicación, dejando que las imágenes y las actuaciones cuenten gran parte de la historia.
Si bien la complejidad narrativa puede resultar un tanto intimidante para algunos espectadores, “Domingo Sangriento” es, en última instancia, una película poderosa y conmovedora que obliga al espectador a reflexionar sobre la naturaleza del conflicto, la importancia de la memoria y las consecuencias devastadoras de la violencia. Es una película que permanece en la mente mucho tiempo después de que los créditos finales se hayan desvanecido.
Nota: 8.5/10