Don Verdean (2015)

“Don Verdean”, la nueva propuesta de la directora Blanca Blanco, se presenta como un western psicológico con toques de humor negro y un aroma de misterio que, aunque no llega a ser totalmente satisfactorio, ofrece un entretenimiento visualmente interesante y, a su manera, provocador. La película se centra en el peculiar personaje de Don Verdean (interpretado con una intensidad notable por Jorge Sanz), un arqueólogo especializado en la Biblia, contratado por el pastor local, interpretado con una serena pero inquietante compostura por Juan Fernández, para localizar objetos sagrados que sirvan de argumento para la Iglesia. La premisa, aunque familiar, se aderezada con la peculiaridad de Don Verdean, sus métodos poco ortodoxos y un halo de ambigüedad moral, plantea un terreno fértil para la intriga. La dirección de Blanco se centra en la atmósfera, creando un ambiente de desierto árido, casi claustrofóbico, donde el sol implacable y la sequedad del paisaje reflejan el desengaño y la frustración de Don Verdean.

La película, sin embargo, no se queda en la mera ambientación. Blanco explota al máximo la actuación de Sanz, quien, con su habitual mezcla de cinismo y vulnerabilidad, ofrece una interpretación magistral de un hombre consumido por la decepción y la obsesión. Sanz no se limita a interpretar un personaje excéntrico; lo habita por completo, transmitiendo la desesperación de un hombre que ha perdido la fe en la búsqueda de la verdad. La química entre Sanz y Fernández es excelente, estableciendo una relación compleja y llena de tensión, que se mueve entre la sospecha, la necesidad y una extraña forma de camaradería. Fernández, con una interpretación sutil pero contundente, aporta el contrapunto emocional a la figura del desencantado Don Verdean.

El guion, aunque presenta algunas lagunas y momentos de ritmo irregular, se beneficia de una sólida base. La idea de la búsqueda de objetos ‘sagrados’ es el punto de partida para una reflexión sobre la fe, la superstición y la naturaleza humana. Sin embargo, el desarrollo de la trama se complica en ocasiones, introduciendo elementos de thriller y violencia que, si bien añaden una capa de suspense, a veces se sienten fuera de lugar y diluyen el enfoque principal. La utilización de diálogos mordaces y comentarios irónicos, que son características de la escritura de Blanco, a veces resulta efectiva, pero en otras ocasiones se siente forzada y artificial. La película no rehúye de la oscuridad psicológica, explorando las consecuencias del fanatismo religioso y la autodestrucción, pero no profundiza lo suficiente en el análisis de estos temas.

A pesar de sus fallos, “Don Verdean” es una película que merece la pena ver por su atmósfera, sus interpretaciones y su apuesta por la originalidad. Es un western con alma, que nos recuerda que la búsqueda de la fe puede ser tan peligrosa como la búsqueda de la verdad, y que a veces, la respuesta a nuestras preguntas más profundas se encuentra en los lugares más inesperados. El resultado final es una experiencia cinematográfica peculiar y memorable, que deja al espectador con más preguntas que respuestas.

Nota: 7/10