“Dora y la ciudad perdida” es un ejercicio de nostalgia cinematográfica que, si bien ofrece momentos agradables y una aventura visualmente atractiva, carece de la profundidad y la originalidad necesarias para dejar una huella duradera. La película se presenta como un guiño a las grandes aventuras de antaño, evocando a directores como Walt Disney y una época en la que el cine de animación infantil se caracterizaba por su optimismo y una fuerte carga de valores morales. Sin embargo, en la actualidad, se percibe como un homenaje un tanto superficial, un intento de emular un estilo que ya no es tan relevante.
La dirección de James Algar, aunque competente, no destaca por una visión innovadora. Se apoya en una estética pulida, con escenarios coloridos y animaciones fluidas, pero la narrativa se mantiene predecible y, en ocasiones, deslucida. La banda sonora, aunque efectiva para generar suspense y emoción en ciertos momentos, se repite con demasiada frecuencia, volviéndose un tanto cansina. La película se centra en la acción y la persecución, lo cual es comprensible en un público infantil, pero el ritmo se ve afectado por una falta de desarrollo de los personajes. Dora, la protagonista, es dinámica y valiente, cualidades que la hacen agradable para la audiencia, pero su arco de personaje es limitado y su motivación, aunque comprensible, no es particularmente profunda.
Las actuaciones de los personajes secundarios son mediocres, con diálogos que a menudo resultan forzados y poco naturales. Diego, el habitante de la jungla, ofrece un personaje con potencial para ser más complejo y misterioso, pero su rol se reduce a un papel de apoyo más que a un verdadero antagonista. Botas, el mono, es el personaje más simpático, contribuyendo con momentos cómicos que aligeran la tensión en la trama. Los adolescentes que acompañan a Dora también son poco desarrollados, mostrando solo algunos rasgos estereotipados. La química entre Dora y Diego, aunque presente, no alcanza a ser la que se esperaría en una película de aventura.
En cuanto al guion, se observa una dependencia excesiva de clichés y tropos del género. La búsqueda de una ciudad perdida, la amenaza de un villano codicioso, los obstáculos que deben superar los protagonistas: elementos que ya hemos visto en numerosas ocasiones. Si bien la idea central es sólida, la ejecución carece de originalidad y no ofrece ninguna sorpresa sustancial. El mensaje, en esencia, es positivo y refuerza valores como la amistad, la valentía y la importancia de la familia, pero se presenta de una manera bastante superficial, sin profundizar en la complejidad de estos temas.
A pesar de sus fallas, “Dora y la ciudad perdida” es una película que probablemente complacerá a los niños pequeños que se sumergen en el universo de Dora. Sin embargo, para el público adulto, la película ofrece un entretenimiento ligero y superficial, con una trama predecible y una ejecución que no alcanza a ser excepcional. Su valor reside más en su capacidad de evocar recuerdos de una época dorada del cine de animación, que no necesariamente resulta en una experiencia cinematográfica memorable.
Nota: 6/10
