Doraemon y la gran aventura en la Antártida (2017)

‘Doraemon y la gran aventura en la Antártida’ es, en esencia, una película de animación familiar que busca equilibrar la nostalgia de la franquicia con la promesa de una aventura emocionante y visualmente atractiva. El resultado final, aunque entretenido, no alcanza la excelencia que podríamos esperar de una producción de esta magnitud, y se queda atrapado en una fórmula que, a pesar de ser segura, carece de un verdadero impacto emocional.

Visualmente, la película es un festín. La representación del paisaje antártico, con sus enormes icebergs y la luz glacial, es excepcionalmente cuidada. Se aprecia un esfuerzo considerable en el diseño de los entornos y la recreación de la antigua ciudad congelada, una idea sorprendentemente bien ejecutada que sugiere una civilización avanzada y, de alguna manera, melancólica. La animación, en general, es de alta calidad, especialmente en las escenas de acción y las representaciones de Doraemon y sus compañeros, que conservan la esencia de los personajes originales. Sin embargo, a veces, la estética se vuelve un poco recargada, con efectos visuales que, aunque hermosos, pueden distraer de la narrativa.

El guion se basa en un esquema relativamente predecible, una búsqueda de un objeto misterioso que lleva a un descubrimiento sorprendente. La trama se complica con la inclusión de un viaje en el tiempo, lo que añade una capa de intriga, pero el ritmo es desigual. Existen momentos de tensión y aventura, como las persecuciones en el hielo, pero también escenas que se alargan innecesariamente y que podrían haber sido condensadas. La relación entre Doraemon y sus amigos, que es el corazón de la serie, se ve un poco eclipsada por la trama principal. La caracterización de los personajes secundarios, como Gian y Nobita, se mantiene sólida, pero la historia no profundiza lo suficiente en sus motivaciones o conflictos internos. La introducción del personaje de Kara es intrigante, pero su arco argumental se resuelve de forma abrupta y un tanto poco satisfactoria.

Lo que más me decepcionó de la película fue la falta de ambición en la exploración del concepto del viaje en el tiempo. El problema de la congelación global, aunque presente, no se aborda de manera significativa y se convierte en un mero elemento de conflicto. La película se centra más en la aventura en sí misma que en el mensaje subyacente. Doraemon, tal como siempre, funciona como el personaje salvador, resolviendo todos los problemas con su tecnología. Si bien esta es la esencia del personaje, la película podría haber explorado con mayor profundidad su ingenio y sus limitaciones como amigo y protector. La actuación de la voz del equipo, en general, es competente, sin destacar especialmente; se nota que se han esforzado por dar vida a los personajes, pero no logran aportar una profundidad emocional que realzara la historia.

A pesar de sus fallos, ‘Doraemon y la gran aventura en la Antártida’ es una opción decente para una tarde familiar. Si bien no es una obra maestra de la animación japonesa, ofrece entretenimiento y un buen espectáculo visual. No obstante, la falta de originalidad y la superficialidad de algunos elementos la alejan de alcanzar el potencial que la franquicia merece.

Nota: 6/10