Dos buenos tipos (2016)

“Dos Buenos Tipos” no es una simple comedia criminal; es una disección implacable de la moralidad en un paisaje urbano corrompido. Dirigida por David Levinson, la película se instala en la Los Ángeles de finales de los años 70, una ciudad que, según la cinta, ya estaba dejando de ser la imagen glamurosa que proyectaba. La ambientación es casi un personaje más, una atmósfera cargada de humo de cigarrillo, disfraces llamativos, y una sensación constante de peligro acechando a cada esquina. Levinson logra crear una estética visual memorable, evocando el estilo de "Los Halcones" o "El Padrino", pero con un toque más sucio y salvaje.

La columna vertebral de la película es la improbable alianza entre Holland March (Kurt Russell), un detective privado cínico y moralmente ambiguo, y Jackson Healy (Steve Martin), un matón de mala educación con un pasado turbulento. Russell ofrece una interpretación magistral. Su Holland March es un hombre roto, consumido por sus fracasos pasados y un profundo sentimiento de desengaño. Russell logra transmitir la melancolía y la vulnerabilidad que oculta bajo su fachada dura. Martin, por su parte, es extraordinario en su papel de Healy. Este actor, a menudo asociado a la comedia, demuestra una profundidad y una capacidad de actuación sorprendente. Su Healy es un personaje desaliñado, irreverente y brutalmente honesto, pero también posee una lealtad inquebrantable, aunque a veces distorsionada. La química entre Russell y Martin es el corazón de la película y el motor que impulsa la trama hacia adelante. No es una amistad forjada en la camaradería, sino una relación pragmática basada en la necesidad mutua.

El guion, adaptado de la novela de Robert B. Parker, es inteligente y se beneficia enormemente de los diálogos ágiles y mordaces que impulsan la acción. La historia avanza a un ritmo implacable, saltando constantemente entre casos y conspiraciones, manteniendo al espectador constantemente alerta. Aunque la trama principal se centra en la desaparición de una joven y la muerte de una estrella porno, la película también explora temas más amplios como la corrupción política, el abuso de poder y la fragilidad de la identidad. Los giros argumentales, bien ejecutados, sorprenden y desafían las expectativas del espectador. Sin embargo, a veces la complejidad de la conspiración puede resultar un poco abrumadora, y algunos personajes secundarios no reciben el desarrollo que merecen.

No obstante, la película no es perfecta. El humor, aunque presente, a veces puede resultar un poco forzado y descontextualizado. Algunos de los momentos más exagerados de Healy podrían no resonar con todos los espectadores. A pesar de esto, “Dos Buenos Tipos” es una película entretenida, inteligente y visualmente impactante que explora la moralidad de una forma original y provocadora. Es una película que invita a la reflexión y que deja una impresión duradera. El final, particularmente, es un auténtico golpe de efecto que completa la experiencia.

Nota: 8/10