Dos canguros muy maduros (2009)

“Dos canguros muy maduros” es una comedia familiar que se aferra a la premisa central con una persistencia casi admirable, aunque el resultado final no siempre cumple con las expectativas. La película, dirigida por Taika Waititi, ofrece un universo visualmente atractivo, una paleta de colores vibrantes y una estética que recuerda a los dibujos animados de los años 80, con la que se construye un tono general que, inicialmente, resulta entrañable. Sin embargo, la narración se complica rápidamente, dando lugar a una serie de situaciones cómicas, a menudo forzadas, que, aunque entretenidas en su momento, terminan por diluir el impacto emocional de la historia.

La película se centra en Dan, interpretado por Russell Crowe, un hombre que se ve repentinamente con la responsabilidad de cuidar a sus gemelos. Crowe entrega una actuación convincente, mostrando un equilibrio perfecto entre el agotamiento, el cariño y la frustración de un padre en crisis. El personaje de Dan es complejo y, en su fragilidad, se conecta con el público. Paul Walter Hauser, como Charlie, complementa a Crowe con una energía contagiosa y un humor torpe que es fundamental para el éxito de la comedia. Hauser, en particular, destaca por su capacidad para transmitir la vulnerabilidad de un hombre que intenta desesperadamente ser un buen padre. El reparto secundario, incluyendo a Sam Rockwell como Jimmy Lunchbox, suma a la ecuación con interpretaciones memorables, con un Rockwell particularmente brillante en su papel de excéntrico “experto” en el entretenimiento infantil.

El guion, aunque posee momentos genuinamente divertidos, carece de una profundidad que le permita explorar las implicaciones emocionales de la situación. La trama secundaria, centrada en los acuerdos empresariales y la amenaza japonesa, se siente a menudo como un añadido recargado que desvía la atención del público de la historia principal. Si bien la referencia a la cultura japonesa y la tensión que genera son elementos visuales interesantes, su integración en el desarrollo de la trama no es particularmente efectiva. La película se mueve entre la comedia pastelera y el drama familiar, sin alcanzar un equilibrio satisfactorio. A pesar de las buenas intenciones, la película a veces se siente como una colección de gags desvinculados, en lugar de una historia cohesiva.

No obstante, el trabajo de dirección de Waititi es evidente. La película está llena de detalles visuales y referencias culturales que demuestran su atención al detalle. La película juega con la nostalgia, evocando una sensación de familiaridad y de infancia, utilizando la música y el diseño de producción para crear un ambiente particular. Sin embargo, la narrativa principal necesita de más sustancia para compensar la naturaleza superficial de algunos de sus elementos cómicos. La película podría haber sido mucho más de lo que es, pero se conforma con una experiencia ligera y entretenida, ideal para una tarde familiar, aunque no para reflexionar profundamente.

Nota: 6/10