Dos días en el valle (1996)

“Dos días en el valle” no es una obra maestra, ni una decepción absoluta. Es, sencillamente, una película que te deja con una sensación de incomodidad persistente, como si acabaras de salir de un bar demasiado lleno o de una conversación incómoda con un desconocido. Dirigida por Andrew Davis, conocida por su maestría en el thriller tenso, la película se adhiere a su fórmula habitual: un ritmo implacable, personajes moralmente ambiguos y un ambiente opresivo que te envuelve desde el principio. Davis, sin embargo, parece más interesado en la construcción de la tensión atmosférica que en la profundización psicológica de sus protagonistas.

La película se centra en la trama de un fraude de seguros orquestado por un grupo de individuos que se encuentra en un punto de inflexión. La intriga inicial funciona sorprendentemente bien, planteando un escenario interesante de manipulación y engaño. El guion, aunque no sobresale en originalidad, se beneficia de diálogos rápidos y un constante empuje narrativo. El ritmo es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Davis, como director, consigue mantener al espectador en vilo a lo largo de los dos días que abarcan la historia, utilizando planos cortos, música inquietante y un uso efectivo del sonido para generar una sensación constante de peligro inminente. Sin embargo, la trama, a pesar de su intensidad, se siente en ocasiones un poco superficial y carente de la profundidad que podría haberle otorgado una mayor atención al personaje.

Las actuaciones son sólidas, aunque con algunos matices que podrían haberse explorado más. Michael Douglas ofrece una interpretación convincente como el director fracasado, mostrando un retrato creíble de un hombre al borde del colapso, atormentado por el fracaso y la culpa. Sharon Stone, como siempre, es intensa y carismática, encarnando a una mujer decidida y despiadada. Pero, quizás, el mejor trabajo lo realiza Danny DeVito, quien aporta una dosis de humor negro y una complejidad inesperada al papel del comerciante de arte. La química entre DeVito y Stone es palpable, generando momentos de tensión hilarante y un atractivo innegable.

No obstante, la película no está exenta de problemas. Algunos de los personajes secundarios, como el policía viciado, se sienten algo planos y unidimensionales, convirtiéndose en meras piezas del engranaje de la trama. Además, el final, aunque satisfactorio desde un punto de vista puramente cinematográfico, carece de la resonancia emocional que podría haberle dado. La película termina con un golpe seco, dejando al espectador con una sensación de "ya está", sin ofrecer ninguna reflexión profunda sobre las implicaciones morales de las acciones de los personajes. Es un thriller puro, centrado en la acción y la tensión, más que en la exploración de temas complejos.

En definitiva, “Dos días en el valle” es un thriller tenso y entretenido, que cumple su cometido de mantener al espectador alerta. No es una obra maestra, pero tampoco es un fracaso. Es una película que vale la pena ver si buscas una experiencia cinematográfica que te deje con la piel de gallina y la necesidad de tomar un respiro.

Nota: 7/10