“Dos frescos en órbita” es, en su esencia, una propuesta audaz y, a veces, frustrante. James Gray, conocido por su estilo contemplativo y sus personajes marginados, regresa con una película que se presenta como un viaje introspectivo a través de la locura y el descubrimiento, pero que, a pesar de su promesa, termina siendo un ejercicio de contemplación un tanto vacía.
La película se centra en Harry (Colin Firth, en una actuación magistral) y Chester (Ewan McGregor), dos actores de vodevil en crisis existencial. La premisa, un viaje al Tíbet en busca de una cura para la amnesia de Chester, podría haber sido el punto de partida para una reflexión profunda sobre la memoria, la identidad y el precio del éxito, pero Gray no se permite profundizar lo suficiente en la psicología de sus personajes. El viaje, en sí mismo, se convierte en una sucesión de escenas visualmente impactantes –paisajes montañosos impresionantes, monasterios budistas iluminados por el sol – pero carentes de un significado real que impulse la narrativa. La fotografía, a cargo de Hoyte van Hoytema, es, sin duda, uno de los puntos fuertes del filme. La luz y la sombra se utilizan con maestría para crear una atmósfera onírica y evocadora, que contrasta con la dureza del drama interno de los protagonistas.
Firth, como Harry, ofrece una actuación increíblemente sutil y compleja. Su personaje es un observador silencioso, atormentado por su pasado y por la incapacidad de conectar con los demás. Su mirada, llena de melancolía y decepción, es lo que realmente sustenta la película. McGregor, por su parte, está bien interpretado, aunque su Chester, a medida que recupera su memoria, resulta ser un poco unidimensional. El guion, escrito por Gray y Scott Gentinge, se basa en un diálogo frecuente y a menudo torpe, que no logra transmitir la profundidad de la relación entre Harry y Chester. Se echan de menos momentos de verdadera conexión emocional, que sirvieran como ancla para la trama.
El descubrimiento de la fórmula para los viajes espaciales es un añadido sorprendente que, paradójicamente, no aporta nada a la historia. Parece un recurso añadido para darle un toque de ciencia ficción, pero no se integra de forma coherente con el resto de la película. La película parece querer ser un drama existencial, pero su inclusión final en un territorio más fantástico resta credibilidad a la historia principal. En definitiva, "Dos frescos en órbita" es una película con momentos de brillantez técnica y actuaciones destacadas, pero que carece de la sustancia y la profundidad necesarias para dejar una huella duradera.
Nota: 6/10