“Dos tramposos con su suerte” (Two Con Artists and Their Luck) no es un thriller de mafiosos de la altura de “El Padrino”, ni una comedia negra brillante como “El Gran Lebowski”. Sin embargo, esta película de 1973, aunque carente de la grandilocuencia de su género, se erige como un entretenimiento considerable, impulsado por la imprevisibilidad de su premisa y, sobre todo, por la química entre sus protagonistas. La película, dirigida por Barry Shear, se beneficia de un ritmo que, si bien no es frenético, mantiene al espectador enganchado gracias a la constante amenaza de la mafia y el incesante juego de ingenio de los dos tramposos.
El guion, aunque sencillo en su estructura, si bien presenta algunas inconsistencias lógicas, funciona eficazmente porque se centra en la psicología de Clyde Williams (James Read) y Billy Foster (James Caan). Ambos actores, especialmente Caan en su debut cinematográfico, aportan una vitalidad y un humor que contrasta con la seriedad que se espera en un ambiente criminal. La creación del personaje de Bootney Farnsworth (William Daniels) es un punto clave: Daniels lo interpreta con una vulnerabilidad y un desamparo que hacen creíble el giro que le da al argumento y, por ende, a la película. La evolución del personaje, desde su situación de marginado hasta su inesperada victoria en el ring, es la base de la narrativa y la que otorga interés a la trama.
La dirección de Shear no es particularmente audaz, pero logra un equilibrio entre la tensión y el humor. La ambientación en Nueva Orleans, con sus calles húmedas y su vibrante vida nocturna, contribuye a la atmósfera de la película. La coreografía de las escenas de boxeo, aunque no de la más espectacular, es realista y se integra con naturalidad en el contexto de la película. La banda sonora, con temas jazzísticos, añade un toque de sofisticación a la narrativa. Sin embargo, la película podría haber profundizado más en las motivaciones de Biggie Smalls (Ted Prior), cuyo papel, aunque esencial para el desarrollo de la trama, se queda en la categoría del villano caricaturesco, sin explorar su psicología con mayor profundidad.
Clyde Williams y Billy Foster son, sin duda, los verdaderos protagonistas de “Dos tramposos con su suerte”. James Read, con su mirada calculadora y su sonrisa de sabelotodo, encarna la astucia del engaño, mientras que James Caan aporta una energía contagiosa y una vulnerabilidad que hacen que el espectador se identifique con su personaje. La relación entre los dos personajes, basada en la confianza, la ambición y la traición, es el núcleo emocional de la película. El final, aunque predecible, cumple su cometido al consolidar la imagen de los dos tramposos como individuos capaces de sacar provecho de cualquier situación, siempre y cuando tengan suerte (y un poco de engaño) a su favor.
Nota: 6.5/10