Downup The Exit 796 (2018)

“Downup The Exit 796” no es una película fácil de ver, ni tampoco busca serlo. Es un melodrama sordo y persistente, un examen de la moralidad y el sacrificio bajo la presión de un contexto político opresivo. Vinayak Mishra, en el papel central, ofrece una actuación cautivadora, no por su carisma o teatralidad, sino por la carga silenciosa que proyecta. Su personaje, un joven consumido por la necesidad de proteger a su familia y su nación, se desmorona lentamente ante la ineludible sensación de impotencia. Mishra logra transmitir la angustia de un individuo atrapado, condenado a un trabajo implacable y a una constante vigilancia, sin recurrir a clichés dramáticos. Su mirada, a menudo fija en el horizonte, habla más que miles de palabras.

La película, dirigida con una meticulosa sobriedad, evita los espectáculos visuales y se centra en la construcción atmosférica. La fotografía, en tonos grises y apagados, refuerza la sensación de encierro y desesperanza. No hay explosiones, persecuciones o escenas de acción grandilocuentes. En cambio, el éxito de la película reside en sus detalles: la lentitud del trabajo, la rutina monótona, las conversaciones incompletas, las miradas furtivas. Estos pequeños momentos, cuidadosamente elaborados, construyen una imagen coherente y profundamente inquietante de un país donde la libertad es un lujo inalcanzable.

La dirección de Yatin Karyekar (en el rol de un anciano y sabio guía) es sutil pero esencial. Él ofrece un contrapeso al protagonista, un personaje que encarna la sabiduría adquirida a través de la experiencia y la aceptación de las inevitidades de la vida. Su consejo, aunque a menudo ambiguo y cargado de ironía, proporciona un hilo conductor para la historia, invitando al espectador a reflexionar sobre la naturaleza del compromiso y los límites de la acción individual frente a la adversidad.

El guion, a pesar de su relativa sencillez en la trama, presenta un debate moral interesante. No ofrece soluciones fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la ética del sacrificio, el costo de la lealtad y la posibilidad de encontrar redención en un entorno marcado por la violencia y la opresión. El ritmo pausado puede resultar frustrante para algunos espectadores, pero es precisamente esta lentitud la que permite que la historia penetre en la conciencia del espectador, generando una reflexión duradera. Sin embargo, debo admitir que el final, aunque logrado, podría haber tenido un impacto emocional más profundo si se hubiera explorado con mayor intensidad las consecuencias de las decisiones tomadas.

Nota: 7/10