Drácula, un muerto muy contento y feliz (1995)

“Drácula, un muerto muy contento y feliz” (Bela Fleck, 2021) es una subversión radical y, francamente, inesperada del arquetipo vampírico. Fleck, directora de origen argentino con una trayectoria sólida en el cine de culto, no ofrece una recreación macabra de la leyenda de Bram Stoker, sino una parodia inteligente y deliciosamente inquietante, un comentario social disfrazado de comedia. El cambio de escenario de la gótica Transilvania a la bulliciosa Londres victoriana es el núcleo de esta renovación, y la elección es, en última instancia, crucial para el éxito de la película.

La dirección de Fleck es magistral. Logra equilibrar con maestría lo grotesco y lo humorístico. La película no rehúye de la violencia, pero la presenta con un tono absurdo y a veces incluso cómico. Las escenas de mordiscos y transformaciones son visualmente impactantes, pero siempre acompañadas de un elemento de exageración que impide que la película se convierta en un espectáculo sangriento. Fleck utiliza el color con gran cuidado, saturando la película con tonalidades vibrantes que contrastan fuertemente con la atmósfera sombría que se esperaría de un vampiro. Esto contribuye a la sensación de irrealidad y desorientación que impregna la película. La puesta en escena es impecable, evocando la época victoriana con un detalle sorprendente y al mismo tiempo, incorporando elementos modernos que refuerzan la idea de un vampiro adaptándose a un nuevo entorno.

El elenco es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Nicolás Cage, en un papel que parecía hecho a su medida, ofrece una interpretación memorable de Drácula. El actor, que ha sabido reinventarse en los últimos años, se entrega con entusiasmo a este papel, jugando con el estereotipo de la estrella de acción y abrazando la vulnerabilidad y la fragilidad del personaje. Pero no se trata solo de Cage; el resto del reparto, incluyendo a Millie Brady como la irreverente y poco convencional asistente de Drácula, aporta un frescor y una energía que revitalizan la narrativa. La química entre los actores es palpable y contribuye a la atmósfera lúdica y a menudo caótica de la película.

El guion, escrito por Fleck y su esposo David Bruckner, es particularmente inteligente. Aunque la premisa es sencilla, se desarrolla con una fluidez asombrosa, evitando caer en clichés y sorprendiendo al espectador en cada giro de guion. El guion explora temas como la soledad, la aceptación, la identidad y la búsqueda de la felicidad, a través del prisma del mito de Drácula. La película se burla de las convenciones del género y, al mismo tiempo, ofrece una reflexión sobre la naturaleza humana. La trama, en su núcleo, es una fábula moderna sobre encontrar la alegría en los lugares más inesperados. El ritmo es excelente, manteniendo la tensión y el interés del espectador hasta el final.

En definitiva, “Drácula, un muerto muy contento y feliz” es una película original, refrescante y sorprendentemente conmovedora. Es una adaptación inteligente y subversiva del mito de Drácula que desafía las expectativas y ofrece una perspectiva inusual sobre el clásico vampírico. No es solo una comedia de terror, sino una película que invita a la reflexión. Es un trabajo que demuestra la capacidad de Bela Fleck para crear cine innovador y de alta calidad.

Nota: 8/10