Dragon Ball Z: Garlic Junior Inmortal (1989)

“Dragon Ball Z: Garlic Junior Inmortal” es, en su esencia, una entrega que se siente como un experimento. Más que una película de acción y aventura, se trata de un ejercicio de diseño visual y narrativa que, si bien tiene momentos de fascinación, finalmente no logra consolidar una experiencia cinematográfica completamente satisfactoria. La historia, centrada en la ambición desmedida de Garlic Junior y su búsqueda de la inmortalidad a través de las Esferas del Dragón, carece de la profundidad y la complejidad que se esperaría de una entrega dentro de la franquicia. Su premisa, la de un hijo buscando la venganza y el poder de su padre, resulta algo repetitiva y predecible.

La dirección de Toshihiro Hirano se distingue por su enfoque en la acción explosiva y la estética particular del universo de Dragon Ball. Las secuencias de batalla son, sin duda, el punto fuerte de la película. Se ha invertido considerablemente en efectos visuales, y las peleas son coreografías complejas y frenéticas, llenas de movimientos exagerados, técnicas de lucha improvisadas y, sobre todo, mucha destrucción. Sin embargo, esta abundancia de efectos especiales, en ocasiones, resulta abrumadora, diluyendo el impacto emocional y reduciendo las confrontaciones a un simple despliegue de poder. La filmación, aunque estilizada, a veces parece carecer de ritmo, especialmente durante las largas exposiciones de los personajes.

Las actuaciones son modestas. El elenco de voces, compuesto por actores reconocidos en el doblaje japonés, se limita a recitar los diálogos, sin aportar mucha profundidad a sus personajes. James Earl Jones, como Garlic Junior, logra un tono amenazante, pero sus motivaciones permanecen superficiales. Gohan, interpretado por otro veterano del doblaje, no logra transmitir la determinación y el conflicto interno que caracterizan al personaje en la serie original. No se intenta, en absoluto, explorar la relación padre-hijo de una manera significativa; la dinámica se presenta como un simple punto de partida para la acción.

El guion es donde la película más notablemente falla. Se basa en clichés de la narrativa de venganza y en la exposición de información que, en muchos casos, podría haberse transmitido de manera más sutil. El desarrollo de los personajes secundarios, como Kami, es igualmente superficial. Se presentan como meros instrumentos para avanzar la trama, sin ninguna exploración de su trasfondo o motivaciones. La trama carece de un arco argumental sólido, y la resolución final, aunque espectacular, se siente precipitada y poco satisfactoria. Se siente que se intenta resolver todo de golpe, sin dar tiempo para construir una conclusión convincente.

En definitiva, “Dragon Ball Z: Garlic Junior Inmortal” es una película visualmente estimulante, pero narrativamente deficiente. Es un ejemplo de cómo la espectacularidad no siempre se traduce en calidad cinematográfica. Si bien los fans de Dragon Ball Z seguramente apreciarán las secuencias de batalla, la película no ofrece nada nuevo o memorable a la franquicia.

Nota: 5/10