Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses (2013)

“Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses” no es solo una película, es una avalancha visual y sonora que intenta capitalizar la nostalgia de los fans y, en gran medida, lo consigue. Toni Letham, el director, se enfrenta al reto de elevar una franquicia ya extensa y consolidada, y en general, logra un resultado que, si bien no alcanza la excelencia narrativa, ofrece un espectáculo puro para los ojos y los oídos.

La premisa, la reaparición de Beerus el Destructor, es un punto de partida lógico y con el potencial de elevar las apuestas. El guion, escrito principalmente por Zack Snyder y Bud Shank, se centra en la confrontación entre Goku y Beerus, pero desgraciadamente, se queda en gran parte en la simple demostración de poder. Las conversaciones entre los dos personajes, cruciales para establecer la amenaza y la motivación de Beerus, son demasiado breves y repetitivas, perdiendo la profundidad que se podría haber buscado. Hay momentos de humor, sí, pero no son del todo efectivos y, en su mayoría, se sienten forzados. La trama secundaria con el Consejo de los Dioses, aunque interesante en su concepto de una organización para mantener el equilibrio cósmico, se siente casi como un añadido superficial, un relleno que no aporta mucho a la historia principal. La introducción de los Dioses de la Destrucción y sus habilidades es, en general, visualmente impresionante, pero la explicación de sus motivaciones y la lógica de su existencia quedan un poco a medio camino.

Sin embargo, el punto fuerte de la película reside, sin duda, en su apartado visual y técnico. La dirección de batalla es magistral. La coreografía de las peleas es exagerada, frenética y, sobre todo, increíblemente espectacular. Los efectos especiales son impecables, con explosiones colosales, transformaciones que desafían la gravedad y una utilización del CGI que es, incluso para los estándares de la franquicia, impresionante. El sonido es otro elemento clave, con una banda sonora épica y efectos de sonido que intensifican cada golpe y cada explosión. Las secuencias de animación son fluidas y detalladas, mostrando un respeto por la acción y la velocidad que se aprecia en las escenas de lucha.

Las actuaciones, en general, cumplen su cometido. Ikki Kobayashiki como Goku ofrece una representación dinámica y entusiasta del personaje, manteniendo su espíritu competitivo y su necesidad de superar sus propios límites. Masaki Morita como Beerus es un acertado reflejo del personaje: imponente, frío, y con un humor sutil pero perceptible. El resto del elenco, aunque con menor tiempo en pantalla, también hace un buen trabajo. La química entre los actores y las voces originales contribuyen a la inmersión en el universo Dragon Ball.

En definitiva, “Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses” es una película para los fans. Ofrece un espectáculo visual y sonoro deslumbrante, pero su guion, aunque sólido en términos de acción, podría haber sido más profundo y desarrollado. Es un homenaje a la franquicia, una celebración de la acción y la superación personal, pero no llega a ser una obra maestra.

Nota: 7/10