“Drive”, la ópera prima de Nicolas Winding Refn, no es solo una película de acción estilizada, es un estudio sobre la soledad, la violencia contenida y la imposibilidad de escapar del pasado. La película, que ha ido ganando cada vez más relevancia en los años posteriores a su estreno, se mantiene como una experiencia cinematográfica única y, a su manera, visceral. Refn, conocido por su estética neo-noir y su obsesión por la imagen, consigue un resultado que va más allá de la mera adrenalina. La película se siente como un sueño, a menudo inquietante y perturbador, que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales han comenzado a rodar.
Ryan Gosling ofrece una actuación magistral, no en el sentido de protagonismo, sino en la sutileza con la que transmite a Driver. Este personaje, un hombre de pocas palabras y con una mirada intensa, se mueve con una elegancia silenciosa, un maestro al volante que opera en una zona gris moral. Gosling no busca la grandilocuencia, sino que se sumerge en la quietud de Driver, dejando que sus acciones, sus gestos y sus miradas hablen por él. La tensión no proviene de explosiones o persecuciones desenfrenadas, sino de la espera, del peligro inminente que se palpa en cada escena. Su interpretación es una de las más memorables de su carrera.
La dirección de fotografía de Newton Thomas Alexander es, sin duda, uno de los pilares fundamentales de "Drive". El uso del color, con predominio de tonos apagados y nocturnos, crea una atmósfera opresiva y claustrofóbica. La iluminación es teatral, con contrastes dramáticos que resaltan la belleza melancólica del protagonista. La película se beneficia enormemente de la cinematografía, que se convierte en una narradora visual principal. Refn utiliza el movimiento cámara de forma innovadora, creando planos secuencia que son casi musicales en su ritmo, enfatizando la tensión y la sensación de descontrol. El uso del color, con paletas de gris y azul, intensifica la atmósfera de soledad y melancolía del protagonista.
El guion, adaptado de una novela corta de James Sallis, es deliberadamente conciso y minimalista. Se centra en la relación entre Driver e Irene, y en las consecuencias de sus decisiones. Aunque la trama principal es relativamente sencilla, la película está cargada de simbolismo y subtexto. La música, compuesta por Cliff Martinez, es esencial para crear la atmósfera hipnótica y nocturna de la película. Las pistas de jazz, con un toque electrónico, acompañan las escenas como una banda sonora de pesadilla. La película no se preocupa por explicar las motivaciones de Driver, lo que le otorga una cualidad enigmática que la hace más fascinante. El guion, en lugar de centrarse en el desarrollo de la trama, se dedica a explorar la psicología del personaje principal y las relaciones que lo rodean.
Si bien la película tiene sus críticos – algunos la consideran fría, demasiado estilizada y carente de profundidad emocional – "Drive" es, en última instancia, un logro cinematográfico. Refn ha creado una película visualmente impactante, con una atmósfera única y una actuación memorable de Ryan Gosling. Es una obra que invita a la reflexión sobre la naturaleza del heroísmo, la moralidad y la dificultad de forjar conexiones humanas genuinas en un mundo lleno de peligros y secretos.
Nota: 8/10