D-Tox (Ojo Asesino) (2002)

“D-Tox (Ojo Asesino)” no es una película que deje indiferente. Dirigida por la siempre experimental Niels Arden Ople, la cinta se instala en la inquietante atmósfera de un entorno claustrofóbico y presenta una perturbadora descenso a la locura, tanto en los personajes como en el espectador. La película, que combina elementos de thriller psicológico con toques de horror gótico, logra crear una tensión palpable desde sus primeros minutos y, aunque carece de una brillantez narrativa total, se presenta como una experiencia cinematográfica visceral.

La dirección de Ople es, como suele ser habitual en su filmografía, meticulosa y con un enfoque casi obsesivo en los detalles. Utiliza la nieve como un elemento fundamental de la trama, no solo como un telón de fondo, sino como una entidad que se convierte en un personaje en sí misma. La oscuridad, el sonido y la iluminación contribuyen a generar una atmósfera opresiva y de constante paranoia. Sin embargo, Ople no rehúye ciertos clichés del género y, a veces, su intento de subversión se siente un poco forzado, dejando la película en un punto intermedio entre la originalidad y la familiaridad.

La actuación de Ben Mendelsohn como Jack Malloy es, con diferencia, el corazón de la película. Mendelsohn entrega una interpretación magistral, transmitiendo la fragilidad y el dolor interior del personaje con una sutileza impresionante. La lenta y gradual desintegración de Malloy, impulsada por el trauma y el alcohol, es lo que le da profundidad y peso emocional a la trama. El resto del reparto, compuesto por rostros reconocibles como Michael Shannon y Gretchen Mol, cumplen con creces, aunque sus personajes no son tan complejos como el de Mendelsohn.

El guion, escrito por Ople y Scott M. Kennedy, oscila entre momentos de brillante tensión y otros de un ritmo demasiado lento. La idea central – un grupo de policías con problemas de adicción en una clínica aislada, sujetos a una serie de asesinatos inexplicables – es intrigante, pero se desarrolla a un ritmo que, en ocasiones, se vuelve tedioso. El misterio que se va tejiendo a lo largo de la película es, sin duda, uno de los puntos fuertes, pero la resolución final, aunque satisfactoria, no alcanza el impacto emocional que se podría haber esperado. Hay ciertos giros argumentales que, si bien son efectivos, se ven algo predecibles para el espectador habitual del género.

En definitiva, "D-Tox (Ojo Asesino)" es una película perturbadora y visualmente atractiva que ofrece una experiencia cinematográfica inquietante. A pesar de sus fallos narrativos, la actuación de Ben Mendelsohn y la atmósfera opresiva logran mantener la atención del espectador. Es una película que te quedará en la memoria, aunque no necesariamente de una forma que te haga querer volver a verla.

Nota: 7/10