Duelo de titanes (1957)

“Duelo de Titanes” (Tallulah Bankhead’s ‘Gun’ – título original) es una película que, a pesar de sus elementos arquetípicos del género western, logra ofrecer una reinterpretación interesante y, en algunos aspectos, conmovedora del clásico conflicto entre ley y justicia. La película, dirigida por Stuart Baird, no intenta reinventar la rueda, pero sí se atreve a darle un giro sutil al explorar las motivaciones detrás de la violencia y el honor. El resultado es un western atípico, centrado en la ambigüedad moral y en la complejidad de las relaciones humanas en un contexto extremo.

La película se centra en el sheriff Wyatt Earp (Russell Crowe), un hombre marcado por un pasado doloroso y atormentado por la pérdida de su hijo, y en su enigmático compañero, Doc Holliday (Gary Oldman). Oldman, como siempre, ofrece una actuación magistral. Su Holliday es un hombre consumido por la enfermedad y el vicio, pero también por una profunda melancolía. No es el villano caricaturesco que podríamos esperar; su desesperación y su pragmatismo le dan una dimensión humana que lo hace, paradójicamente, más comprensible. Crowe, por su parte, entrega una interpretación sólida, aunque a veces carente de la intensidad que podríamos esperar de él. Su Earp es un hombre reservado, contemplativo, que lucha por mantener un código de honor en un mundo donde la ley es apenas un susurro.

El guion, escrito por Stuart Baird y John Fusco, se beneficia de un ritmo pausado que permite desarrollar la atmósfera y profundizar en los personajes. No hay persecuciones frenéticas ni tiroteos espectaculares, lo que le confiere una sensación de realismo y autenticidad. Sin embargo, esta lentitud, que puede resultar atractiva para algunos, también puede resultar tediosa para otros. La película no se centra en el enfrentamiento final, sino en los momentos que lo preceden, en las conversaciones tensas, en las miradas cómplices entre los dos protagonistas. Es la tensión psicológica la que impulsa la narrativa, lo cual es un movimiento audaz para el género.

Baird, como director, hace un trabajo impecable al crear un ambiente desolador y opresivo. Las locaciones, principalmente en el desierto de Nuevo México, son magníficas y contribuyen enormemente a la atmósfera de la película. La fotografía, con tonos apagados y contrastes marcados, refuerza la sensación de aislamiento y desesperación. La banda sonora, compuesta por Thomas Newman, es sutil y evocadora, acompañando a la perfección las imágenes y los momentos clave de la historia. Aunque la película no llega a ser una obra maestra, sí es una película bien hecha, con personajes complejos y una historia que invita a la reflexión.

En definitiva, “Duelo de Titanes” es un western que se aleja de los clichés del género, ofreciendo una visión más humana y ambigua de la violencia y el honor. No es una película para todos los públicos, pero sí es una película que merece la pena ver, especialmente para aquellos que buscan una experiencia cinematográfica diferente.

Nota: 7/10