Dziewczyna influencera (2024)

“Dziewczyna influencera” es una comedia que, en un contexto de saturación mediática, nos invita a reflexionar sobre la obsesión actual con la fama y la construcción de la identidad a través de las redes sociales. La película, dirigida por Kamil Wodka, logra encontrar un equilibrio entre la sátira, el entretenimiento y una crítica sutil pero presente a la cultura de la influencia y la superficialidad que a menudo la acompaña. No es una obra maestra cinematográfica, pero sí una experiencia visualmente atractiva y, en ciertos momentos, sorprendentemente inteligente.

La película se centra en una joven, cuyo nombre no es revelado, que, impulsada por la ambición y la búsqueda de aceptación, decide abrazar la vida de una “influencer”. Karina Rezner, que interpreta al influyente, ofrece una actuación cautivadora y con matices. Su personaje, complejo y multifacético, va más allá de la mera representación de una figura pública, mostrando las vulnerabilidades, las inseguridades y las contradicciones que pueden albergar incluso aquellos que parecen tenerlo todo en sus manos. La química entre Rezner y la protagonista es un punto fuerte de la trama, y contribuye a que la relación entre ambos personajes sea lo más creíble y entretenido posible.

El guion, aunque no destaca por originalidad, se vale de situaciones cómicas y diálogos ágiles para mantener el interés del espectador. La dirección de Wodka es competente, utilizando la estética visual propia de las redes sociales para sumergirnos en el mundo de la influencer, con planos cortos, transiciones rápidas y un montaje que recuerda a los vídeos virales. Sin embargo, a veces la película cae en clichés y recurre a verdades obvias sobre el impacto de la fama y la presión social. No obstante, la película tiene momentos de brillantez, especialmente en las escenas que exploran las consecuencias emocionales de la vida digital y la dificultad de separar la identidad online de la real.

La película no intenta ofrecer soluciones ni juzgar a sus personajes, sino más bien mostrar las complejidades de un mundo donde la imagen y la popularidad se han convertido en la moneda de cambio. La película es una advertencia sutil sobre la importancia de la autenticidad y la búsqueda de un propósito más allá de la validación externa. Además, la película consigue, paradójicamente, generar empatía por aquellos que se ven atrapados en la espiral de la fama, ofreciendo una visión humana y realista del precio que a veces se paga por perseguir los sueños en la era digital. La banda sonora, aunque sencilla, complementa muy bien la atmósfera de la película.

Nota: 7/10